Kumbier, Alana. Ephemeral Material: Queering the Archive

Elena Chávez Goycochea

The Graduate Center, CUNY

echavezgoycochea@gradcenter.cuny.edu

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Kumbier, Alana. Ephemeral Material: Queering the Archive. Litwin Books, 2014.  

 

¿Por qué escribir un libro sobre las prácticas archivísticas desde una aproximación queer? Alana Kumbier busca responder esta pregunta en Ephemeral Material: Queering the Archive, un  estudio que, desde la perspectiva de la autora, excede el ámbito LGBTQ al que se suele asociar el término ‘queer’.  Si bien es cierto que lo queer es empleado para designar todo aquello que escapa a la heteronormatividad, en el ámbito del género y la sexualidad, este, sin embargo, también puede ser llevado al ámbito de la práctica archivística: se trataría de un verbo (queering) que, en su aplicación, busca desestabilizar las narrativas monolíticas sobre la historia, las formas de producir memoria colectiva y las categorías fijas.

La aproximación queer nos pone de cara a una serie de problemas sobre aquellos materiales efímeros no convencionales. Partiendo del análisis de casos y materiales archivísticos producido por la comunidad LGBTQ—desde largometrajes documentales, instalaciones artísticas, “zines” y revistas comunitarias hasta materialidades cotidianas—la autora logra extrapolar herramientas prácticas para discutir y expandir las nociones de archivo y los roles del archivista. Cómo devenir en archivista, cómo leer las ausencias en los archivos y de qué modo intervenir en ellas son algunas de las interrogantes que surgen en el libro. Es por eso que la propuesta más destacable del estudio es su intento por ofrecer una nueva manera de entender la dinámica entre los objetos archivados y los archivistas. Mientras que la concepción habitual de esta relación asume que se trata de dos sujetos distintos, mediados por una inevitable verticalidad, la autora se esfuerza por proponer casos de estudios de la cultura queer donde los sujetos archivados son sus propios archivistas y, en consecuencia, su relación con la institucionalidad —es decir, las escuelas, las bibliotecas y el Estado— está mediada por una negociación basada en alianzas inclusivas.

Dividido en cinco capítulos distribuidos a lo largo de dos secciones, el libro empieza con la primera parte bajo el título “Negotiating Archives”. Aquí expone el caso de dos trabajos audiovisuales comprometidos con visibilizar, por un lado, el archivo de la comunidad lésbica afroamericana y, por otro, el de aquellas mujeres con discapacidad física: The Watermelon Woman (1996), dirigido por Cheryl Dunye y Liebe Perla (1999), por Shahar Rozen. En cuanto al primer largometraje, Kumbier lo destaca por presentar el caso de la archivista sin archivo, que debe buscar en las identidades de sujetos indocumentados para generar una historia de la comunidad afroamericana lesbiana estadounidense entre los años de 1920 y 1940. Para ella, este film recrea la ficción del archivista que desea narrar una memoria fuera del récord histórico, pero los archivos le resultan elusivos precisamente porque su condición marginal le impide acceder a ellos. En cuanto al segundo, la autora lo destaca por narrar la relación de amistad entre una investigadora y una sobreviviente judía liliputiense, quien, en el film, ocupa el centro de la memoria del holocausto. Su historia personal es el hilo de Ariadna por el cual la investigadora ingresa al laberinto de los archivos perdidos de aquellas mujeres de baja estatura sometidas a torturas y experimentos médicos por el régimen nazi. En conjunto, el logro de la primera sección consiste en señalar cómo el activismo y la práctica archivística pueden articularse desde una perspectiva queer, es decir, poniendo los cuerpos ausentes en el centro de la mirada, desde donde se pueden apreciar claramente las intersecciones entre género, sexualidad, clase y etnia. Esa aproximación, además, permite pensar en una deconstrucción y reelaboración de la historia desde las historias censuradas, eliminadas o desestimadas en los records históricos.

El segundo apartado se titula “Archiving from the ground-up”. Los tres de esta sección dan cuenta del “ground-up” como una práctica necesariamente colectiva que responde a la necesidad de la cultura queer por generar su propio archivo. Archivar los productos culturales queer, propone Kumbier, ha producido nuevas formas de conocimiento, los cuales no solo han ampliado el campo de la lingüística —por ejemplo, el léxico para clasificar las distintas sexualidades e identidades— sino que además han obligado a cambiar los parámetros clasificatorios que exige cualquier práctica archivística convencional. Uno de los casos estudiados es la formación de un archivo de la comunidad Drag King en Nueva Orleans y otro, el trabajo comunitario de los Queer Zine Archive Project (QZAP). Un caso más es el de la experiencia de DATUM, una instalación artística archivista de Aliza Shapiro, quien expuso públicamente una colección personal, con el objetivo de romper las fronteras entre espacio público y esfera privada en analogía con la relación entre archivo nacional y privado. La riqueza de esta segunda sección, en comparación con la anterior, consiste en que los tres casos expuestos no están mediados por la mirada del documentalista. Todo lo contrario, el libro da un giro hacia la primera persona, dado que Alana Kumbier se incluye como parte de la experiencia archivística, asumiendo múltiples roles: el de autora, etnógrafa, archivista y miembro de la comunidad LGBTQ.

Por otra parte, si bien es cierto que un sector de lectores académicos y teóricos archivistas podrían criticar que Ephemeral Material: Queering the Archive adolece de una falta de referencias teóricas y conceptuales, no obstante, resulta evidente que la autora domina las distintas lecturas –psicoanalíticas y sociológicas— del archivo. Su libro es una respuesta y una puesta en diálogo con esas teorías, pero desde la presentación de casos concretos. De hecho, la propia autora se adelanta a estas críticas señalando que no desconoce la deuda que tiene con los teóricos del archivo como Michelle Foucault y Jaques Derrida ni con el trabajo de Judith Butler y Eve Sedgwick como se puede reconocer en la extensa bibliografía proporcionada al final del volumen. La carencia de menciones teóricas, entonces, no implica que las referencias no estén implicadas en el análisis; antes bien, esta obedece al objetivo que la autora, enfáticamente, se propone: ofrecer una mirada didáctica y metodológica sobre el archivo que sirva tanto a profesionales del archivo (académicos, bibliotecarios, historiadores) como a un público más amplio como coleccionistas autodidactas, archivistas LGBTQ, movimientos activistas de base, grupos culturales  y otros actores culturales que se identifiquen como queers.  El libro cierra con un índex sumamente útil que, a modo de catálogo, nos lleva a conceptos, objetos y nombres clave estratégicamente ubicados a lo largo de las páginas del libro.

Por último, existe un aspecto que no se le puede criticar a la autora de Ephemeral Material: Queering the Archive: su capacidad de abordar analíticamente y crear, simultáneamente, un archivo en el uso de la etnografía como material crítico. Tampoco se puede ignorar su afición por mantener un orden dentro de la fluidez de lo queer, hibridez que se aprecia en el estilo, el orden y la forma que adopta el conjunto de ensayos de este volumen. Ephemeral Material: Queering the Archive es, pues, un aporte al campo de los estudios teóricos, así como una herramienta para poner en práctica la colección, clasificación y uso de archivos no convencionales.

 



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