Carmín Quijano Seda
The Graduate Center, CUNY
cquijanoseda@gradcenter.cuny.edu
Con 4.1 millones de seguidores y más de 36,000 tuits, el actual presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, es una potencia arrolladora en el mundo cibernético. Es, de hecho, el político más prominente a nivel global en Twitter, ocupando la posición número 18 en la lista de figuras más seguidas en dicha red social.
Desde que fue nombrado presidente, Trump ha hecho de su cuenta @realDonaldTump un espacio legítimo de difusión pública, en el que se expresa sobre asuntos de todo tipo, desde política externa hasta juegos de NFL. El contenido de sus mensajes, escritos en el idioma predominante de la Web, el inglés, se caracteriza por su abrupta y desconcertante franqueza, lo que en muchas ocasiones ha generado gran polémica entre los más de 328 millones de usuarios activos de esta plataforma digital.
Entre sus tuits polémicos más recientes están los que dedica a Puerto Rico, territorio no incorporado de Estados Unidos que fue devastado a finales de septiembre por el poderoso huracán María. En su papel como autoridad máxima de esta colonia caribeña, Trump ha elaborado un discurso racializante para justificar ante el mundo el pobre desempeño de su gobierno al atender la crisis humanitaria en la isla.
A tan solo cinco días del paso del huracán María por Puerto Rico, el presidente de la nación americana publicó en Twitter:
Texas & Florida are doing great but Puerto Rico, which was already suffering from broken infrastructure & massive debt, is in deep trouble… It’s old electrical grid, which was in terrible shape, was devastated. Much of the island was destroyed with billions of dollars… owed to Wall Street and the banks which, sadly, must be dealt with. Food, water and medical are top priorities – and doing well. #FEMA
A partir de este tuit, Trump fue construyendo un discurso en el que plantea la otredad racial de los puertorriqueños, que expresa a través de la contraposición de sus hábitos, valores y carácter con los estadounidenses (Urciuoli, 1996), y sugiere que esta es la raíz de su “profundo problema”. De esta forma, niega la verdadera causa de la precariedad económica y social en Puerto Rico, que no es la diferencia racial, sino el colonialismo, mecanismo mediante el cual el Gobierno de Estados Unidos ha explotado política y económicamente a la isla desde 1898.
En este primer tuit se ve claramente la construcción de este otro a través de la comparación que hace Trump de los estados continentales Texas y Florida, y la colonia, Puerto Rico. A pesar de haber sufrido los embates de Harvey e Irma, a los estados americanos “les va de maravilla”. No obstante, Puerto Rico no tiene la misma suerte, pues, según deja entrever Trump, fueron los boricuas quienes crearon la crisis por su mala administración (“with billions of dollars owed to Wall Street”) y pésima infraestructura (“it’s old electrical grid”). Es decir, la devastación de la isla es el resultado de la pobre planificación y mala administración del pueblo puertorriqueño, que es muy distinto al pueblo norteamericano de Texas y Florida.
Sin embargo, la realidad es que tanto la deuda con Wall Street como la pobre infraestructura son el resultado de las políticas coloniales de Estados Unidos, que incentiva —u obliga— que el Gobierno puertorriqueño tome dinero prestado de sus banqueros protegidos e impone una infraestructura que beneficia la importación de los productos estadounidenses, como el petróleo, los autos y hasta la comida (Backiel, 2015).
Unos días más tarde, el presidente Trump retoma su plataforma digital favorita y se expresa nuevamente sobre la situación de la isla y los puertorriqueños:
FEMA & first responders are doing a GREAT job in Puerto Rico. Massive food & water delivered. Docks and electric grid dead. Locals trying… really hard to help but many have lost their homes. Military is now on site and I will be there Tuesday. Wish press would treat fairly!
En esta ocasión, Trump ya no contrapone los territorios (Texas y Florida vs. Puerto Rico), sino que compara a los habitantes de estas tierras. FEMA, las personas de primeros auxilios y los militares conforman la comunidad estadounidense, que representa los valores americanos de trabajo arduo, eficiencia y emprendimiento; mientras que los “locales” son los puertorriqueños, que representan los valores opuestos: holgazanería, ineficiencia y estancamiento. Por esta razón, Trump describe la labor de los americanos como “great”. No obstante, el trabajo realizado por los puertorriqueños ha sido insuficiente porque estos no cuentan con las condiciones materiales para hacerlo bien.
El hecho de que los boricuas no tengan las herramientas mínimas para ser autosuficientes es otra estrategia del colonialismo estadounidense, que mantiene su poder a través de la dependencia de los dominados. En su tuit Trump oculta este evidente detalle y atribuye la insuficiencia de los puertorriqueños a su otredad, que tiene muchos aspectos negativos.
Esta representación negativa de los puertorriqueños se manifiesta explícitamente en la serie de tuits que le dedica a la alcaldesa de la capital, Carmen Yulín Cruz, quien denunció en los medios de comunicación tradicionales la ineficiencia del gobierno de Trump y la escasa ayuda brindada a los damnificados:
The Mayor of San Juan, who was very complimentary only a few days ago, has now been told by the Democrats that you must be nasty to Trump… Such poor leadership ability by the Mayor of San Juan, and others in Puerto Rico, who are not able to get their workers to help. They… want everything to be done for them when it should be a community effort. 10,000 federal workers now on island doing a fantastic job. The military and first responders, despite no electric, roads, phones, etc., have done an amazing job. Puerto Rico was totally destroyed.
Aquí Trump les pone rostro a esos “locales” al mencionar a una puertorriqueña concreta. El presidente tuitero mancilla la imagen de la primera ejecutiva de San Juan al establecer su carácter volátil (“who was very complimentary only a few days ago”); plantear su credulidad y subordinación (“has now been told by the Democrats that you must be nasty to Trump”), y describir su liderazgo y el de otros puertorriqueños como “pobre” e “incapaz”. Para concluir, añade que la alcaldesa y los puertorriqueños “quieren que se les haga todo” o, dicho sucintamente, que son holgazanes.
Sin embargo, la imagen que presenta de los trabajadores federales, el personal estadounidense de primeros auxilios y los militares es totalmente opuesta. Estos no son volátiles, incapaces u holgazanes, sino todo lo contrario. De acuerdo con Trump, son perseverantes (“10,000 workers now on island”), capaces de superar cualquier obstáculo (“despite no electric roads, phones, etc.”) y trabajadores incansables. Su labor no es “pobre”, sino “fantástica” y “maravillosa”.
Al desprestigiar la figura de la alcaldesa, denigración que se acentúa al lado del enaltecimiento de sus compatriotas, el primer mandatario estadounidense suprime o, al menos, neutraliza la insubordinación de esta puertorriqueña y otros grupos que, como ella, han denunciado las injusticias de las prácticas coloniales del Gobierno norteamericano.
No obstante, Trump no se conformó con denigrar cibernéticamente las voces disidentes, sino que viajó hasta Puerto Rico para allí decirles a la prensa local e internacional que los boricuas son un problema económico para Estados Unidos.
I hate to tell you, Puerto Rico, but you’ve thrown our budget a little out of whack — because we’ve spent a lot of money on Puerto Rico and that’s fine, we’ve saved a lot of lives.
Entonces, ¿qué pretendía hacer Trump con esta representación negativa de los puertorriqueños? De acuerdo con la teoría crítica de la raza (Treviño et al., 2008; Urciuoli, 1996), Trump, quien representa tanto al Imperio colonizador como a la supremacía blanca, racializó a la comunidad puertorriqueña. Es decir, el tuitero presidencial señaló la diferencia, la otredad, el desencaje de los puertorriqueños en la sociedad norteamericana y de esta manera les asignó la etiqueta de raza (Van Dijk, 1997; Van Dijk, 2014), con el propósito de encubrir el verdadero origen de todos los males sociales de Puerto Rico: la opresión que sufre por parte del Gobierno de Estados Unidos.
¿Cómo racializó a los boricuas? A través de la oposición de los valores (vago vs. trabajador), hábitos (malos administradores vs. buenos administradores), carácter (pusilánime vs. emprendedor) y lengua (español vs. inglés, aunque esto lo hizo fuera de Twitter) de los puertorriqueños y los estadounidenses. Como hemos visto en estos tuits, el eje de comparación de Trump es el norteamericano trabajador, eficiente y capaz, que se opone al puertorriqueño holgazán, ineficiente e incapaz de valerse por sí mismo.
Esta diferencia racial le permite plantear que los puertorriqueños atentan contra el bienestar de Estados Unidos. Por tanto, esta raza debe mantenerse en los límites, afuera, sin posibilidades de incorporarse como otras etnias lo han hecho a este país de inmigrantes. Esto a pesar de que, en mayo de 2017, el 52 % de los habitantes de la isla apoyaban la anexión (El Nuevo Día, 2017).
El hecho de que Trump haya racializado a los boricuas no es nada nuevo, pues, como hemos visto, estos discursos legitiman el poder de Estados Unidos sobre su colonia. Por esta razón, presidentes, jueces, policías y trabajadores sociales estadounidenses han empleado discursos racializantes en diversas esferas públicas, y han logrado así el control de los boricuas, manteniéndolos al margen de la sociedad norteamericana (Urciuoli, 1996).
Sin embargo, nunca antes este discurso había tenido la exposición que tiene ahora gracias a Internet, la máxima esfera pública. En otras palabras, es la primera vez en la historia que un discurso racializante de Estados Unidos se hace viral y llega a millones de personas.
Esto representa un problema para los puertorriqueños que quieren desafiar estas representaciones y proponer discursos alternos, pues la esfera cibernética está dominada por el inglés con 872.9 millones de usuarios (el español solo cuenta con 256.8 millones) y por figuras poderosas y con un gran número de seguidores (Trump tiene 43.1 millones de seguidores en Twitter, mientras que Carmen Yulín Cruz solo tiene 243 mil seguidores).
Ahora bien, ¿qué repercusiones podría tener un discurso racializante tan público y prácticamente irrefutable en las vidas de casi 3.5 millones de personas en Puerto Rico? La principal consecuencia y tal vez la más peligrosa es el desahucio del pueblo, abandono que ha sido justificado precisamente por este discurso. A partir de estos tuits, Trump ha planteado que los puertorriqueños son una raza y que ayudar a esta otredad representa un problema económico para los miembros legítimos de Estados Unidos.
A esto se suma que este discurso ha circulado alrededor del mundo y que, al provenir de una figura tan poderosa y con tanto alcance en la Web como Trump, ha alcanzado cierta legitimidad. Todo esto repercute en la política actual de Estados Unidos, que ha reducido su ayuda humanitaria y pronto abandonará al pueblo puertorriqueño a su suerte.
Pero lo que Trump no menciona en sus tuits es que Puerto Rico ya no tiene más recursos de los que Estados Unidos se pueda aprovechar ni cuenta con el valor político y militar que una vez tuvo en el Caribe. Por tanto, al Imperio ya no le interesa esta colonia maltrecha, víctima de 120 años de continua explotación.
Así, luego de casi tres meses del azote de María, la naturaleza, afectada directamente por el fenómeno atmosférico, comienza a reponerse, pero la situación precaria de los puertorriqueños, originada por las políticas coloniales de Estados Unidos y perpetuada por el discurso racializante de su presidente, se agrava. Es así como la palabra del Imperio tiene el poder de hacer y deshacer las vidas de 3.5 millones de personas, que van camino a su pronta ruina en manos del Rey (o acaso tirano) de los Tuits.
Referencias
Backiel, Linda. (octubre 2015). Puerto Rico: the crisis is about colonialism, not debt. MonthlyReview, an independent socialist magazine, Volumen 67 (Número 5). Recuperado de https://monthlyreview.org/2015/10/01/puerto-rico-the-crisis-is-about-colonialism-not-debt/
El Nuevo Día. (2017, 6 de junio). ¿Cómo se hizo la encuesta?. El Nuevo Día, un gran periódico. Recuperado de http://prdecide.elnuevodia.com/detalle/reportaje/320_como-se-hizo-la-encuesta/
Treviño, A. Javier; Harris, Michelle A.; Wallace, Derron. (2008). What’s so Critical about Critical Race Theory?. Contemporary Justice Review, 11(1), 7–10.
Urciuoli, Bonnie. (1996). Exposing Prejudice: Puerto Rican Experiences of Language Race, and Class. Boulder, Colorado: Westview Press, Inc.
Van Dijk, Teun. (1997). Racismo y análisis crítico de los medios. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Van Dijk, Teun. (2014). Racist Discourse. Routledge Encyclopedia of
Race and Ethnic Studies. In Ellis Cashmore (Ed.), (pp. 351-355). London: Routledge, 2004.