Ana Llurba
Rutgers University – New Brunswick
Resumen
Este artículo analiza Plop de Rafael Pinedo, una novela de culto en la literatura especulativa latinoamericana contemporánea y ganadora del prestigioso Premio Casa de las Américas. Esta consiste en una historia poscivilizatoria que presenta un mundo distópico sin estructuras sociales tradicionales. De esta manera, Pinedo explora las dicotomías entre naturaleza y cultura, civilización y barbarie, y plantea una reflexión sobre la historia humana más allá del contexto histórico específico. La crítica literaria previa ha analizado esta novela desde su pertenencia al género distópico, así como las biopolíticas y sus condiciones de producción específicas en el contexto de la política argentina. En este artículo me propongo analizarla desde una perspectiva diferente. En esta nueva lectura, desde los nuevos materialismos y enfoques geontopolíticos. La ficción se entiende como una forma de antropología especulativa que nos invitaría a considerar el tiempo profundo y lo sublime especulativo. En consecuencia Plop abriría un diálogo sobre las escalas temporales y la historicidad reflexionando sobre el excepcionalismo humano en la era del Antropoceno.
Deep Histories after the End of the World: Plop by Rafael Pinedo
Summary
This article analyzes Plop by Rafael Pinedo, a cult novel in latinamerican speculative literature and winner of the Casa de las Américas Prize. It tells a post-civilizational story that presents a dystopian world without traditional social structures. In this way, Pinedo explores the dichotomies between nature and culture, civilization and barbarism, and prompts a reflection on human history beyond the Argentine political context. Previous literary criticism has examined this novel from its association with the dystopian genre, as well as its biopolitics and specific production conditions in the Argentine context. In this article, I propose to analyze it from a different perspective. In this new reading, through new materialisms and geontopolitical approaches, fiction is understood as a form of speculative anthropology that invites us to consider deep time and the speculative sublime. Consequently, Plop would open a dialogue about temporal scales and historicity while reflecting on human exceptionalism in the age of the Anthropocene.
Introducción: El fin de la alegoría política
El título de Plop (2004) de Rafael Pinedo remite a una onomatopeya: “un ruido sordo, amargo, en el charco de barro que tenía delante” (11). Ese es el sonido que se produce cuando el protagonista cae en un charco de barro al nacer, mientras su madre, La Cantora, acompaña una migración del Grupo, atada a un carro ni siquiera se inmuta frente a la situación de parto. Y ese es el nombre que lo identificará de ahí en adelante. Plop. Este detalle impactante sobre la reducción del lenguaje a su mínima expresión sirve como un portal a un mundo donde lo que atribuimos como características distintivas de la especie humana ha tomado nuevas formas. Instituciones como la familia, la maternidad y los lazos de parentesco han sido reemplazadas en un universo en ruinas poshistóricas gobernadas por tabúes y rituales hilarantes y absurdos: elementos imprescindibles en la instauración de cualquier comunidad humana. Predestinado a ser esclavo o alimento para cerdos, sin embargo Plop se convierte en jefe de la tribu hasta que sus propios subordinados lo ejecutan por romper el tabú principal del grupo. Novela de iniciación a la vez que fábula sobre el ascenso al poder, Plop encarna una tensión entre la prehistoria y la posthistoria, la civilización y la barbarie, la cultura y la naturaleza. Todas estas dicotomías aparecen intercambiadas, como una cadena de significantes vacíos que se derraman y se vuelven a llenar en un experimento especulativo, en el que la ficción demuestra todo su potencial de exploración antropológica.
Publicada por primera vez en 2004 y ganadora del prestigioso premio Casa de las Américas, Plop fue recibida por la crítica dentro de una serie de novelas argentinas distópicas publicadas por aquellos años como Runa de Fogwill (2003), Los invertebrables de Oliverio Coelho (2003) o El año del desierto de Pedro Mairal (2005). Estas obras fueron interpretadas como reflejos invertidos de la implosión del estado como institución central en la vida comunitaria argentina durante el proceso que desencadenó la crisis política y económica del 2001.En esta dirección, algunos críticos propusieron leer esta novela desde los regímenes discursivos del populismo y neoliberalismo en la reorganización de los discursos y prácticas del peronismo durante el auge del kirchnerismo. Así lo propuso la investigadora Silvia Kurlat Ares en “Rafael Pinedo’s Trilogy: Dystopian Visions and Populist Thought in Argentina’s Turn-of-the-century Narrative”. En esta línea de interpretación en su artículo “Vida devaluada y soberanía fallida” el crítico Rodrigo Bastidas ofrece una lectura desde los regímenes biopolíticos del estado de excepción y el ejercicio del poder soberano como condición de producción de la nuda vida. En cambio, Fernardo Reati desplaza esta tesis de la novela como reflejo de la coyuntura histórica en “¿Qué hay después del fin del mundo? Plop y lo postapocalíptico en Argentina”. Aunque reconoce el impacto de la crisis argentina en el pesimismo cósmico de Rafael Pinedo, Reati llama la atención sobre esta presunta función alegórica atribuida al género novela. Citando una muy referida entrevista en la que Rafael Pinedo sostiene que Plop es una exploración del “fin de la cultura”, Reati (120-122) se pregunta si en esta novela se ha agotado el impulso de la literatura argentina de anticipación para servir como alegoría nacional. O al menos que dicha función alegórica ya no basta por sí sola para interpretarla, desmintiendo aquella afirmación de Fredric Jameson de que “todo texto tercermundista es en última instancia alegórico de una situación nacional (65-88)”. Compartiendo con este crítico que esta novela implica el fin de la alegoría nacional, creo que veinte años después de su primera publicación, esta ha devenido en un clásico contemporáneo porque también admite nuevas lecturas críticas. Es decir, un enfoque desde horizontes de lectura y paradigmas teóricos no excluyentes, sino complementarios con los anteriores, como los nuevos materialismos y las geontopolíticas, nos permiten leerla de nuevo más allá de la especificidad del contexto sociopolítico argentino.
Tiempo geológico versus historias profundas
Debido a que es una escala cronológica que excede la capacidad humana para medir el tiempo, el tiempo profundo es problemático para las humanidades y las ciencias sociales. Sin embargo, la urgencia del cambio climático nos obliga a reconocer a la especie humana como un agente geobiológico (Chakravarty 206-07). El debate sobre el Antropoceno destaca nuestro papel dentro del ecosistema mundial y nos empuja a desafiar el enfoque exclusivamente antropocéntrico y alinear el tiempo humano con con la geología.. El tiempo profundo es tiempo geológico, es decir, no es tiempo humano. En consecuencia, entendiendo que los eventos narrativos solo son significativos para los lectores cuando alguien los experimenta, idealmente, alguien que conoce lo suficiente como para preocuparse. Entonces cabe preguntarse, ¿cómo podría nuestra especie adquirir conciencia de su actividad como una entidad con una agencia bio-geológica? ¿Cómo puede la imaginación representar las escalas de tiempo no humanas? Según Alexa Weik von Mossner , la noción de imaginación geofísica enfrentaría este desafío. De acuerdo con esta autora nuestra “performance” activa, es decir,el acto de imaginar es crucial para nuestra comprensión lectora. Durante esa performance activa ocurre una especie de negociación entre el mundo real del lector y el mundo alternativo. A través de la narración, la relación entre el transporte (transporting) y la “performance” involucrados en la actividad psicológica de la imaginación harían de la ficción un medio vital para esta experiencia de las escalas no humanas. La ficción no solo puede hacer eso, sino que también puede lograr algo aún más importante: ayudarnos a experimentar imaginativamente el impacto de esa fuerza geofísica que es el humano. En este sentido, esta novela ya no puede leerse solo como alegoría de la crisis institucional, sino como una exploración de la historia de los humanos como especie.
El barro y las ruinas: lo sublime especulativo como cosmoagonía
En la literatura y el arte contemporáneos, el concepto de lo sublime especulativo emerge como una lente crucial a través de la cual navegar por las complejidades del Antropoceno. Partiendo de la afirmación de Bruno Latour de que la contemplación kantiana tradicional de lo sublime se hace imposible cuando la naturaleza ya no es un espectáculo distante digno de admiración contemplativa sino una red de agentes entrelazados en ensamblajes naturoculturales (170). Con tal fin, Timothy Morton propone la noción de lo sublime especulativo (217) como un modo de percepción que reconozca las interacciones emotivas, afectivas y cinéticas entre los seres humanos y el mundo no humano.
De esta manera, podríamos pensar que la historia profunda en Plop propone una crítica a la contemplación romántica y pasiva de las ruinas a través de lo sublime especulativo. Al igual que la Spiral Jetty (un muelle gigante con forma de espiral construido en 1970 por el artista Robert Smithson en la orilla del Great Salt Lake en Utah con unas 5.000 toneladas de bloques de basalto negro) Plop nos demuestra la contingencia de las creaciones humanas. Como sucede con esa pieza representativa del movimiento Land Art, cuando el tiempo pasa, la “obra” es eso que permanece: emergente o sumergida de acuerdo a las condiciones climáticas actuales y el proceso de desertificación, como ejemplo de la circularidad del tiempo cósmico (el símbolo de la espiral) tal como señaló Graciela Esperanza en su iluminador ensayo Cronografías. Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo. En su narrativa poscivilizatoria, Plop también propone un modelo del tiempo cíclico y cósmico, donde se evidencia la convergencia del tiempo geológico con el humano.
Además, la materialidad omnipresente del barro y la tierra también juegan un papel crucial en esta inversión recurrente de naturaleza y cultura, civilización, caos y cosmos (orden) en nuevas temporalidades. La vida del protagonista forma un círculo completo: nace en el barro y muere enterrado en un pozo donde lo sepultan con paladas de tierra como castigo a su infracción. Como lo demuestra en la frase final, con reminiscencias bíblicas: “Nunca existió otra cosa que el barro. Solo figuras cubiertas de barro, como él. Lo bajan con una soga atada al pie. Por la mitad lo sueltan. Cae al barro. Hace Plop” (122). Así su nacimiento, vida y muerte devienen símbolo de lo humano: vivir sepultado en el barro atemporal. El transcurso histórico es apenas un destello entre el origen y el final.
En este sentido, la omnipresencia del barro actúa no solo como escenario.
El entorno en ruinas e infinita llanura tapizada de herrumbre, óxido, basura y lluvia constante, en el que se desarrolla la historia se convierten en un personaje en sí mismo, configurando y limitando la existencia en este nuevo mundo. Vida y muerte, lo viviente y lo no viviente: todos ellos encarnan lo que María Galindo (“Recibir una epifanía para enfrentar una agonía: Respuesta de María Galindo a los textos pandémicos de Paul Preciado”) ha acuñado como cosmoagonía desde la necesidad de abandonar el modelo en el que el mundo y sus procesos se explican desde el Norte occidental, desde el sujeto hegemónico. Pero también implicaría la autoconciencia de la imposibilidad de explicar el mundo desde los desposeídos/desposeíbles, la cosmo/agonía sería “la conciencia de la necesidad de construir no una visión común, sino visiones paralelas que deben concatenarse”. En esta dirección, el entrelazamiento geolocalizado de humanos y no humanos en la novela implica una agonía cósmica: las heridas abiertas de este planeta dañado irreversiblemente.
Rituales y tabúes: la literatura como antropología especulativa
Los personajes de Plop viven en un estado primitivo, casi prehistórico, que nos recuerda que la sofisticación cosmotécnica occidental es una anomalía. En este contexto, Plop puede interpretarse desde la conciencia de la transitoriedad de la civilización. Por ejemplo, la vieja Goro, la autoridad religiosa del Grupo y la tutora informal de Plop, suele leer de manera ceremonial un texto que es desconocido por su audiencia. Y eso provoca una reacción inesperada:
Plop se aburría. Miró a la gente a su alrededor. Estaban en trance, con los ojos fijos en la Vieja. No comprendía lo que les pasaba. La vieja parecía tener una estatura mucho mayor de la habitual y su voz le retumbaba dentro de la cabeza: Después de la recombinación, la Gravedad comenzó a dibujar la materia en galaxias y luego también en estrellas. Allí se cocinaron los elementos más pesados como el hierro y el oxígeno, con los cuales hace millones de años fue creada nuestra Tierra (55).
La lectura de este fragmento de un texto de divulgación científica sobre el Big Bang y el origen del cosmos expresa un tipo de conocimiento abstracto que en el universo de la novela ha perdido todo su sentido original. La ciencia ha reemplazado a la liturgia religiosa pero de una manera irónica. La secularización modernizadora y su promesa emancipadora han devenido un ritual vacío. Borrado su sentido original, se ha convertido en una pantomima, un gesto teatral.
El teórico brasileño Alexandre Nodari define la “literatura como antropología especulativa” (23), es decir, un medio crítico para explorar las posibilidades y límites de lo humano. A partir de esta noción propuesta por el escritor Juan José Saer en “El concepto de ficción”, Nodari propone una sugestiva convergencia entre teoría literaria y perspectivismo. El perspectivismo interespecífico amerindio según Eduardo Viveiros de Castro y su trabajo con la etnografía amazónica, parte de la concepción de un universo relacional compuesto por multiplicidad de puntos de vista. Ellos corresponden tanto a seres vivientes (humanos y no humanos: jaguares y tapires) como a artefactos y cosas (desde astros hasta piedras), los que asumen la cualidad de sujetos. Según Nodari, esto podría pensarse desde una afinidad estructural entre la literatura y la antropología ya señalada por Levi Strauss (28). En consecuencia, podríamos entender la lectura
como una experiencia de contacto con el mundo y sus diferentes intensidades, una práctica ecológica siempre huidiza en el encuentro con las multiplicidades, un hábitat siempre precario y finito en el cosmos, es decir una experiencia de antropología y cosmografía a la vez: una antropología especulativa.
Siguiendo esta idea de la ficción desde su posibilidad multinaturalista y activadora de relacionalidad más que humana, Plop puede ser leída como un experimento antropológico.
Y en esta dirección podemos interpretar las prácticas, rituales y prohibiciones que rigen la vida de los personajes en Plop ofrecen una visión perturbadora. Un ejemplo de estos tabúes sociales es que en esta comunidad sí se puede tener sexo con un menor de edad o quemar a un bebé albino pero no se puede comer con la boca abierta. Y mucho menos mostrar la lengua. Ese gesto es la prohibición máxima que mantiene atada a esta sociedad. El lenguaje también se ha modificado. Por ejemplo, “usar” es sinónimo de coito y “reciclar” de asesinato mutuamente aceptado. Estos elementos pueden ser vistos como una forma de antropología especulativa, donde Pinedo “inventa” prácticas culturales como una respuesta a la necesidad de crear orden y sentido en un entorno caótico. Una característica que, aunque llevaba a la exageración y al absurdo, sigue siendo distintivamente humana. Sin embargo, la ironía persiste, quizás en forma de advertencia.
Conclusión: del vértigo cósmico a la historia profunda
La historia profunda practicada en Plop de Rafael Pinedo devela una escala de tiempo que supera a la humana, afectando a sus lectores con un singular vértigo cósmico. Ese amplio alcance cronológico que trasciende el antropocentrismo y sus arraigadas estructuras de poder y conocimiento nos permitiría percibir la conexión sin fisuras entre el pasado, el presente y el futuro potenciales. Además, explora la interacción entre la Vida y la no Vida (Povinelli 175), desde un enfoque geontopolítico. Para comprender este nuevo nivel de agencia, Chakravarty sugiere que necesitamos “escalar nuestra imaginación de lo humano” (206). Por lo tanto, las multitemporalidades en la imaginación literaria tienen el potencial de hacer que el lector sea consciente de la historicidad de la especie humana. Aunque Plop no aborde abiertamente la crisis ecológica, ofrece un medio para conectar emocionalmente con otra narrativa, en consonancia con lo que Lisa H. Sideris llama una “fenomenología de nosotros como especie” (89-93). En su análisis de proyectos donde la historia cósmica y la historia humana convergen esta autora propone el desafío de experimentar emoción e identificación con el concepto de especie. En su propuesta evita caer en las lógicas deterministas del darwinismo social que sirviera como excusa ideológica para diferentes regímenes políticos basados en la presunta inferioridad de una raza sobre otra. Desde lo nacional a lo global hasta lo planetario, desde lo post hasta lo geo siguiendo a Mary Louise Pratt , la atención a las historias profundas en la literatura latinoamericana del siglo XXI puede develar este singular entrelazamiento multigeneracional y multitemporal en que consiste el excepcionalismo humano (30-3).
En conclusión, Plop de Rafael Pinedo se erige como una obra fundamental en la literatura latinoamericana contemporánea, que trasciende la mera alegoría política y emerge como un experimento de antropología especulativa. A través de su exploración de un mundo distópico y sus dinámicas sociales absurdas, esta novela nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de lo humano y su interconexión con el resto del planeta. A medida que la historia avanza, la presencia del tiempo profundo y lo sublime especulativo nos desafía a reconocer nuestra condición dentro de un ecosistema geobiológico más amplio, donde los límites entre civilización y barbarie, vida y no vida, se desdibujan. Este enfoque nos permite explorar nuevas dimensiones de significados temporales, llevando al lector a confrontar la historicidad de la especie humana en el contexto del Antropoceno. Así, Plop no solo ofrece una crítica a la crisis de la civilización, sino que también postula una invitación a replantear nuestra relación con el mundo, promoviendo un entendimiento más integrado y consciente de nuestro lugar en el tiempo y el espacio.
Obras citadas
Bastidas, Rodrigo. “Vida devaluada y soberanía fallida.” Revista de Crítica Cultural, vol. 15, n.° 3, 2018, pp. 45-67, https://www.senalc.com/2018/08/01/vida-devaluada-y-soberania-fallida-en-plop-de-rafael-pinedo/.
Chakrabarty, Dipesh. “The Climate of History: Four Theses”. Critical Inquiry, vol. 35, University of Chicago Press, 2009, pp. 206-07.
Coelho, Oliverio. Los invertebrales. Editorial Beatriz Viterbo, 2003.Esperanza, Graciela. Cronografías: Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo. Nuevas perspectivas en el arte contemporáneo, Anagrama, 2017, pp. 18-9.
Fogwill, Rodolfo. Runa. Interzona, 2003.
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Galindo, María. “Recibir una epifanía para enfrentar una agonía: Respuesta de María Galindo a los textos pandémicos de Paul Preciado.” Mujeres Creando. https://mujerescreando.org/recibir-una-epifania-para-enfrentar-una-agonia-respuesta-de-maria-galindo-a-los-textos-pandemicos-de-paul-preciado/.
Jameson, Fredric. “Third-World Literature in the Era of Multinational Capitalism”. Social Text, vol. 15 1986, pp. 65-88.
Kurlat Ares, Silvia. “Rafael Pinedo’s Trilogy: Dystopian Visions and Populist Thought in Argentina’s Turn-of-the-century Narrative.” Revista Iberoamericana, vol. 79, n.° 3, 2013, pp. 739-60.
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Mairal, Pedro. El año del desierto. Interzona, 2005.
Morton, Timothy. Dark Ecology: For a Logic of Future Commoning. Columbia University Press, 2016, p. 217.
Nodari, Alexandre. “Literatura como antropología especulativa.” Revista de Teoría Literaria, vol. 5, n.° . 1, 2020, pp. 23-38.
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