Adán Bravo

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

adan.bravo.herrera@gmail.com

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Ya cayó

Pero sigue habiendo gente sentada en los hospitales,

Donde ni siquiera quedan camas,

Sabiendo que van a morir antes de ser atendidas

 

Ya cayó

Aunque la balanza sigue

manteniendo a unos pocos por los cielos, de un lado.

Y a la mayoría tragando tierra en el suelo, por el otro.

 

Ya cayó

Sin embargo, la naturaleza se extingue,

Acorralada por el fuego de mil hornos,

Quedando en palmos cada vez más chicos.

 

Ya cayó

Mientras tanto las paredes aún gritan en la oscuridad

Con mensajes que claman justicia diciendo:

¡Aquí estoy!

 

Ya cayó

Pero todavía hay almas que viajan por caminos

Donde las esperanzas son devoradas por la noche como diminutas llamas de cerillos

Y las amenazas se esconden en cualquier rincón,

en cualquier doblez de piel que resguarda una mirada que acecha.

Las cortinas de los negocios cierran temprano.

La gente, con rostros embrutecidos, ya no se saluda.

permanecen desprotegidos desde que dejan sus casas

y hasta que regresan a ellas.

 

Diariamente se ven obligados a asomarse con ojos ciegos

a una guerra: la guerra de todos contra todos.

 

Unos dan brazadas en un mar de desempleados tratando de no ahogarse.

Otros se rebaten en el suelo por las migajas de un salario.

En el peor de los casos,

sin fuerza ni voluntad,

sin luz en sus ojos,

estiran la mano buscando quien les tienda el brazo

y lo único que reciben son los centavos de un pan.

 

La vida es un milagro

No el terrorismo del mercado.

Pero… quizá, creo que nos hemos apresurado

en proclamar que ha caído.

Si todo sigue igual,

habrá que seguir luchando.

 

Con el hedor de hierro que despide la sangre,

Con estas pequeñas manos,

Con la sal del sudor,

Habrá que seguir luchando.

Hasta que la vida se haga digna.

Hasta que este grito, con toda seguridad,

nos llene la garganta:

“ya cayó… y nada de él ha sobrevivido.”