Entervista a Susana Draper

Keynote Speaker en el  XXIV Congreso de Estudiantes Graduados LAILAC

 

-Después de escuchar su charla, entiendo que usted carga semánticamente escritura como un acto de subversión, como una posibilidad de liberarse de los márgenes. Así, en que sentido se vincularía cuidados con escritura y poesía por ejemplo?

-Cuando hablamos de cuidados usualmente no hablamos de lenguaje, y me acuerdo por ejemplo, de un volumen sobre cuidado que salió en Madrid, pero con experiencias latinoamericanas y de Europa del sur, recuerdo que fue lo primero que trate de escribir: “cuidar la palabra y qué significa eso?”. Para mi tiene que ver con eso de llevar al espacio del habla las formas en que estamos reproduciendo esa invisibilización de las relaciones sociales de la interdependencia. Así, cuando llega el momento de trabajar la palabra que es trabajar en los sentidos, me parece que se abre como una forma de relación para poder ver lo que en realidad antes no estabas mirando. Cuando hablamos de abuso no pensamos en el lenguaje, por ejemplo, en los poemas de Audre Lorde , des-abusarnos de cierto lenguaje es aprender a cuidarnos, porque significa aprender a ver todo eso que estamos adiestradas a reproducir. Pasa lo mismo en el sistema de cuidados, que siempre se encuentra marginalizado o visto como no relevante, pero que es súper importante y la lengua tiene esa capacidad de hacernos entrar en contacto, de visibilizar lo marginado.

Monserrat Galcerán lo dice, nosotras siempre estamos hetero-designadas, es decir que hablamos una lengua que siempre esta universalizando el particular masculino, en cada acto, siempre hay por lo menos dos operaciones, la primera es hablar esa lengua pero después poder posicionarnos, porque no es una lengua que nos nombra. Y eso es también todo un proceso como de reconocimiento de algo que habla a través de nosotras pero contra nosotras. En ese sentido encuentro que la palabra se vuelve muy importante, no solo para reconocer y criticar ese sistema sino pensar formas diferentes de hacerlo. Así cuidar también tiene que ver con que desde los contextos de mayor vulnerabilidad, es mayor la precarización en el tema de cuidarse y de hacer comunidad. En este caso en la cárcel de mujeres esta experiencia empieza a constituirse como un modo de hacer familia. Una de ellas dice: mi familia es “Yo no fui”, porque yo salí de la cárcel y por múltiples razones, no hay a donde ir, entonces formar parte de esa comunidad se empieza a volver un sistema de cuidarse.

 

-En la charla hablaste de la relación entre denuncia y desear, también entre deseo y presentimiento desde los márgenes relacionado, claro, con la poesía. Nos puedes hablar un poco más de eso.

-Sí, generalmente no se enfatiza el deseo y en este caso me parece que el deseo en relación con la palabra no solo permite que comience a darse un proceso que hace posible reconocer las múltiples violencias que la mayoría de las mujeres dentro y fuera, antes durante y después de la cárcel sufren. Sino que también, esa relación, permite que se desarrolle la capacidad de pensar de otra manera de hacer las cosas, de vivir. Y por eso, me parece interesante este colectivo en particular. Porque las primeras mujeres que empezaron a salir de la cárcel, ven en la necesidad de crear, de hacer zapatos, de hacer libros, de hacer serigrafías, un modo de sobrevivir sin volver a la cárcel. Entonces, allí, el deseo se empieza a volver como un especie de alegría, otra vida posible.

Por otro lado, el presentimiento desde los márgenes me parece que se ve en tantos lugares distintos. Tiene que con esa suposición de libertad en la que vivimos y que no somos capaces de ver que no es más que una suposición, quizá por el apuro permanente,  porque vivimos de un lado al otro, y no hay detención. Me parece que desde la precariedad, desde los márgenes, incluso visualmente hay otra visión. Y es desde allí que podemos pensar en esa capacidad de abrir la palabra. Sobretodo porque cuando estas viviendo situaciones de injusticia muy limites, no puedes creer en esas palabras: justicia, libertad, entonces, se hace posible ver otras cosas.

 

– Usted situaba la problemática en el contexto liberal, neoliberal, entonces más allá de la cuestión evidente de cuerpos más vulnerables, menos vulnerables, parece ser que el ser humano en estos tiempos está oprimido por determinadas condiciones. La pregunta sería si es que esta distinción para alcanzar la libertad esta muy vinculada con el género, es decir, ¿a usted le parece que hay identidades sexuales que están mucho más oprimidas que otras?

-Creo que para que haya un cambio tiene que haber un cambio desde lo mas excluido del sistema, que puede ser lo trans por ejemplo, como lo mas abyecto de un sistema de división binaria femenino-masculino. Entonces, es desde allí que debemos pensar sobre qué significa liberarse. Porque la idea del liberalismo o neoliberalismo es que la libertad aparece como la libertad de un solo sujeto, un “yo puedo decidir”. Y en general el liberalismo sí era eso a nivel de derecho, la libertad de decidir, la igualdad poder decidir a través de mi voluntad. Pero en el neoliberalismo se trata de exacerbar la capacidad de autosuficiencia, un: “quiero ser independiente, ser libre, no depender de nadie”. Pero las personas que dicen eso dependen de miles de formas de trabajo invisible que hacen posible su modo de vida. ¿Quién plancha la camisa de alguien que entra al Wall Street? ¿quién lustra los zapatos? Todo eso es trabajo, entonces esa libertad autosuficiente no es autosuficiente, depende del trabajo de muchos. Por eso me parece que lo de re frasear qué entendemos por libertad a través del concepto de interdependencia es importante.

 

-Para terminar, una última pregunta, puede existir la posibilidad de que un hombre pueda asumir el discurso feminista. ¿Cuáles son las condiciones para que lo sea?

-Sí, porque me parece que ser feminista no significa ser mujer, un feminismo que no se vuelva liberal se trata de cómo aprendemos a imaginar un mundo que no sea patriarcal. En ese sentido que no sea también capitalista, o neocolonialista, es decir, exige un modo de mirar y de hacer. Porque si solamente, acotamos el feminismo a un problema de mujeres es como pensar que el patriarcado no es un sistema de daño a los hombres, o a alguien que se defina queer. Me parece que es una dimensión que permite mirar y luchar contra esas divisiones y roles fijos, por eso no podemos fijarlo en una identidad solamente. Justamente hay que empezar a pensar cómo lidiamos con los cuidados sin reproducir la idea de que solo las mujeres podemos cuidar, cuidar no tiene porque ser femenino.

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