EDITORIAL

En una de las últimas reuniones, mientras nos hacíamos cargo de ajustar detalles sobre los materiales recibidos, buscar lxs lectores especializadxs para los textos, conocer las normas MLA, coordinar las entrevistas, encontrar las imágenes, designar quién se encarga de esto, quién tiene las agallas de enfrentarse al monstruo de la plataforma y su código HTML, de pronto, sin saber cómo, empezamos a bajar la guardia, a desenmascararnos, a hablar sobre nuestras vidas privadas, cosa que casi siempre empieza con la pregunta sobre la pareja, luego de dónde venimos, cuántos hermanxs, nuestra relación con nuestra mamá y el papá, qué fue de la gente con la que nos graduamos del colegio. Sí, ¿qué ha sido de ellxs? Algunxs dijimos que las mujeres se habían casado y tenido hijos. Y alguien más dijo, con otro acento del español de los que hacemos parte, que en su caso había sido distinto: las mujeres de su generación, de su ciudad, habían decidido dedicarse a su carrera, ninguna se había casado, ninguna había querido sucumbir al deber ser: ese quedarse en la casa, ese sacrificar la vida por la del marido y los hijos. Queda expuesta una dicotomía, que las mujeres siguen perteneciendo al espacio doméstico, por un lado, y que lo contrario es dedicarse a la carrera y al trabajo, y resistirse a la opción de una vida familiar. Esta oposición tajante entre vida familiar y vida laboral, como si las posibilidades de existencia de las mujeres siguieran siendo tan blanco o tan negro, tan privado o tan público, tan el adentro o el afuera.

Quisiéramos pensar este número del Journal a la luz de las paradojas, que creemos articulan el pensamiento crítico y que nos permiten expandir los matices más allá de las oposiciones, al tiempo que exploramos entre los resquicios del blanco y el negro. Ese “entre” que despliega buena parte de la manera en que un doctorado en estudios culturales puede afectar nuestras percepciones, nos convierte a nosotros mismos en sujetos de estas contradicciones. Si bien es cierto que la academia nos dota de herramientas críticas para descomponer el aparato del patriarcado heteronormativo sobre el que hemos sido criadxs casi todxs, nos damos cuenta de que esas herramientas que nos hacen sentir poderosxs y desarticuladores, al mismo tiempo nos envuelven en una burbuja, nos hacen pensar, tal vez, que las cosas que hacemos guardan la semilla de una revolución, de un cambio. Entre nosotrxs, entre los que nos reunimos aquí bajo la luz de ciertos intereses, deseos, obsesiones, habita el apetito de escuchar los diversos puntos de vista, y aun pensando distinto y teniendo a veces que alzar la voz para ser escuchadxs, alcanzamos el diálogo y nos abrimos a otras posibilidades. Sin embargo, al repasar nuestras historias personales, nos damos cuenta de que a veces caemos en la ingenuidad o la trampa de que el mundo está compuesto solo por esta comunidad intelectual, lema del re-bautizado departamento de Latin American, Iberian and Latino Cultures. A veces, entre las paredes del salón sin ventanas donde nos reunimos, se nos olvida que el mundo no solo es pensado críticamente y caemos en la melancolía de no poder explicarnos por qué aún en nuestros días las mujeres siguen (seguimos) siendo tan vulnerables, acosadas de diferentes maneras, en la calle, en los trabajos, incluso en la academia, aún ahora, y a pesar de tanto esfuerzo a lo largo de los años, de campañas como #metoo, siempre el logro de una mujer es sospechoso.

Llegamos a hacer parte de esta comunidad intelectual y nuestro primer aporte es sacar el Journal, desde nacionalidades, intereses, imaginaciones y capacidades diversas. Quisimos darle forma a esta edición particular tomando prestados los términos de nuestro nuevo director de departamento, Fernando Degiovanni, quien nombró su clase de teoría Cuerpo, Comunidad y Lenguaje. Iluminadxs por la combinación de estas tres nociones, y llenxs de expectativas por lo que la conjugación de los términos podía detonar, establecimos esta triada como un eje temático geométrico: Cuerpo, Comunidad y Lenguaje. Cómo entender el cuerpo desde el lenguaje, cómo entender el cuerpo como un colectivo, cómo entender la historia de las ideas desde el cuerpo, para parafrasear a Degiovanni en la entrevista que publicamos en este número. Cuerpo, Comunidad y Lenguaje, como puntos de partida, de acceso, focos, llamados, puentes. Pero no se trata solo de puentes de los que llevan de un lugar a otro, sino más bien de puentes descolocados y descolocadores, como evidencia el dossier de Glotopolítica: una propuesta novedosa que, citando a José del Valle, nos permite “saltar el muro”,  desde una revista académica virtual. Este dossier nos habla del ser testigxs de procesos políticos inseparables del lenguaje, de cómo se puede reflexionar sobre estos procesos más allá de la esfera académica, queriendo afectar ese más allá, incluso anulándolo. Esa esfera, un dispositivo para encontrar conexiones entre cosas que aparentemente no las tienen, que permite evidenciar y ejercitar la gimnasia del pensamiento crítico, como un entrenamiento que puede llevarse a todos los aspectos de la vida.

Es desde nuestro trabajo en el Journal que intervenimos en esta conversación. Conversación a la que llegamos no solo a través de los textos que aparecen en este número, sino a partir de una serie de miniaturas medievales tomadas del blog discarding images, que nos han permitido articular la multiplicidad de mundos coexistiendo. El imaginario medieval como la posición que hemos decidido asumir, una apuesta por el pensamiento crítico desde la contradicción, aún a riesgo de la melancolía y el sinsentido.

Entregamos, pues, este archivo vivo que nos fue dado y que ha pasado ya por muchas generaciones y equipos de trabajo, y esperamos que siga siendo una masa madre para la comunidad intelectual a la que pertenecemos y para alimentar nuestros cuerpos.

Equipo Editorial, LL Journal

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