LA INVENCIÓN DE LAS CANARI-EDADES

Pablo Guerra Casado
The Graduate Center, CUNY

 

El conjunto de materiales y preguntas de investigación que se presentan aquí son el fruto de una respuesta particular a una pregunta general: ¿de qué manera no es trasladable a contingencias históricas específicas, en, desde y por agendas y objetivos distintos, la existencia de discursos o conocimientos reproducidos en torno una idea de identidad? Dicho de otra manera: ¿es posible rastrear, y si sí, cómo se rastrean saberes que devienen sabidos? Convendrá empezar explicando el título. Comenzaré por el juego de palabras CANARI-EDADES y a continuación explicaré el porqué de la elección de la polémica “Invención”.

El tema general que ocupa este trabajoes el de la canariedad o condición de lo canario, y más concretamente, cómo se gesta y se reproduce desde el campo intelectual canario esta canariedad o, como sugiero aquí, canariedades. ¿Qué quiero decir con canariedades? Que no hay ni ha habido una sola canariedad, sino que por diversas razones, en contigencias distintas, el ser canario se ha construido y constituido desde intereses y agendas distintas. De ahí el guión que hace que haya edades, momentos históricos distintos. El plural y el guión hacen eco también de las contradicciones internas que se verán a menudo en los dicursos, sobre todo metalingüísticos, que propugnan canariedad. Me gustaría por un segundo poner un rápido paréntesis aquí para dejar claro por qué me interesa subrayar el estado diverso de la producción y reproducción de canariedad.

En la sociedad canaria actual, en donde gobierna el partido nacionalista Coalición Canaria (formado en 1993, de una unión de nacionalistas, independentistas y comunistas), hay un gran y repetido respaldo mediático e institucional al multiuso y la reproducción de los símbolos de la identidad canaria que se han venido estableciendo como tradicionales (por ejemplo la bandera canaria –creada con motivo de la fundación del Ateneo de La Laguna en 1904-, una imagen del guanche -volveré al guanche más adelante-, o un patronímico o un topónimo pre-hispánico, como por ejemplo Guayota, el diablo que habitaba dentro del Teide, según lo recoge Alonso de Espinosa en Nuestra Señora de Candelaria, impreso en Sevilla en 1594). Por no hablar de la reciente creación, en 1999, de la Televisión Canaria o la Academia Canaria de la Lengua, de la que también hablaré más adelante, desde donde se irradian los símbolos identitarios patrios. Es decir, la idea unívoca de la canariedad como una verdad de facto, ahí fuera, es rutinaria, pertenece al ámbito del día a día en las Islas Canarias. Esto se nota por ejemplo en los juicios shibboleth que tan a menudo profesan los canarios entre ellos mismos: si uno pronuncia khamón en vez de hamón, si se usa más he comido que comí o si se dice autobús en vez de guagua, y un largo etcétera de lugares comunes, la interpelación como “otro” estará asegurada. Es la semilla de la diferencia lo que al menos a mí me resulta violento.

Es entonces en este sentido por lo que decidí nombrar a este proyecto Invención. Por supuesto me estoy refiriendo al ya clásico texto de Eric Hobsbawm Inventing traditions,cuando él habla de que una tradición inventada “is a set of practices, normally governed by overtly or tacitly accepted rules and of a ritual or symbolic nature, which seek to inculcate certain values and norms of behavior by repetition, which automatically implies continuity with the past” (Hobsbawm 1). En este sentido, esta repetición de prácticas también nos hace recordar al nacionalismo banal del que Michael Billig hablaba en su también clásico Banal Nationalism, banal no en el sentido de trivial, sino el de asumido y natural. A este conjunto de prácticas que busca inculcar valores por medio de la repetición y que implica una continuidad con el pasado, ha respondido siempre el proyecto de la canariedad.

Entonces creo que es el momento oportuno para empezar a destripar estas canari-edades: antes comenté que en 1999 se funda la Academia Canaria de la Lengua, una fundación respaldada por el gobierno autonómico cuya responsabilidad fundamental y básica es elaborar una Gramática de la Lengua y un Diccionario, ambos de ámbito universal, destinados al uso de los canarios (Capítulo 2, artículo 3 de los estatutos; énfasis en el original; nótese el guiño a la Gramática de Bello). En el artículo 2 de los estatutos, la Academia Canaria somete su actuación a los principios institucionales siguientes:

  1. Reconocer y respetar la libertad idiomática e intelectual de las personas, evitando cualquier actitud excluyente.
  2. Rechazar y condenar todo dogmatismo lingüístico o intelectual, pues no existe ninguna modalidad idiomática superior o inferior a las demás. [énfasis en el original]
  3. Reconocer que la CANARIEDAD es un hecho lingüístico y cultural que se define y se explica como hispánico, por lo que proclama como propias tanto la rica variedad de la lengua que nos une, como la de sus literaturas, y se compromete a estimular y difundir el conocimiento de unas y otras. [énfasis en el original].

Este hecho lingüístico y cultural que es canario y que es hispánico al mismo tiempo recuerda totalmente a la idea del español atlántico que sugirió Diego Catalán Menéndez Pidal en su libro El Español, Orígenes de su diversidad (1989), o también a la idea de Manuel Alvar en la nota preliminar del ALEICan o Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias(1975), sobre la cuestión de que no se entiende el español de Canarias ni el de América, sin el andaluz. Entonces ¿cuán genuinamente canaria es esta idea que defiende la Academia Canaria de La Lengua si es heredera de la ideología panhispanista de la Escuela de Madrid?

Hablando de Diego Catalán, su libro es de 1989, pero este libro es una suma de artículos en los que había trabajado desde mediados de los 40 hasta finales de los 70. Concretamente, su artículo sobre las ondas del español atlántico es de 1958 y se publicó por primera vez en la Revista de Historia Canaria, una plataforma intelectual muy interesante de la que no se ha escrito nada.

La Revista de Historia se fundó en La Laguna en 1924 -en 1941 dejó de ser propiedad de su original director y entró a formar parte de la publicación científica de la Universidad de la Laguna, y en 1958 se le añadió el adjetivo Canaria, por razones de indexación, aunque habría que preguntarse si esto no fue producto en cierta manera del Pleito Insular-, y tenía como cometido en sus primeros estadios estudiar la genealogía de las familias canarias (entiéndase genealogía en su sentido lato, no en el nietzscheano-foucaultiano por supuesto). Pero a partir de los años 30 la Revista empieza a publicar un sinnúmero de trabajos sobre la lengua y la cultura de los antiguos habitantes de las Islas Canarias, los genéricamente llamados “guanches”. 1

No me quiero detener ahora en esto, pero puntualizar rápidamente que los aborígenes canarios no formaban una mancomunidad de islas ni tenían relación entre sí, los majos, habitantes de Lanzarote y Fuerteventura, no conocían a los guanches, habitantes de Tenerife, ni los guanches conocían a los bimbaches, habitantes del Hierro, por lo que hablar de los “guanches” como todo un pueblo es incorrecto y peligroso. Como siempre, esta clase de trabajos sobre la pre-Historia de las sociedades contemporáneas suele despertar en el investigador algún tipo de desconfianza o saludable escepticismo, pero en el caso de los trabajos publicados en la Revista de Historia este escepticismo, al menos en lo que a mí respecta, no ha dejado de crecer por una sencilla razón: la inmensa mayoría de los trabajos presentados sobre lingüística bereber o sobre las costumbres de los aborígenes de las Canarias son de lingüistas, antropólogos, arabistas y bereberólogos, romanistas y folcloristas austriacos y alemanes.

En este sentido, el pálpito que tengo se debe a la lectura de uno de los ensayos de Luciano Canfora en Ideologías de los estudios clásicos, en su estudio sobre el concepto detradición o Überlieferung de Ulrich von Wilamowitz y de los helenistas alemanes a finales del XIX. Canfora habla de que con el surgimiento de la “conciencia nacional”, por rechazo a la Revolución francesa, la hegemonía del latín había llegado a su fin, y que los estudios del griego clásico, fomentados desde el concepto de tradición (la historia del texto antiguo lleva en sí misma valores antiguos),aseguraban una vía de escape de la hegemonía del latín y por tanto estaban íntimamente relacionados con el proyecto nacionalista alemán de finales del XIX.

Pues bien, ¿De qué manera ha participado esto en una creación o reproducción de una canariedad? ¿De qué manera al mismo tiempo es una cuestión del campo intelectual alemán y austriaco y no tiene nada que ver, precisamente, con un interés por fomentar la canariedad? Basten dos ejemplos: conocido es el caso de las endechas canarias que forman parte del canon clásico de la literatura canaria, por no decir que son su más notoria y antigua manifestación 2. Para esa parte de la crítica canaria, que ha creado y continuado la idea de que las endechas que Leonardo Torriani, un ingeniero militar italiano a las órdenes de Felipe II, transcribió y tradujo al castellano de unos cantos fúnebres en la lengua aborigen, suele pasar inadvertido el dato de que el libro de Torriani fue descubierto y editado en alemán por el folclorista austriaco Dominik Josef Wölfel en 1931 3, de cuya edición se hace eco la Revista de Historia con gran loa y alabanza en varios números. Es decir, una motivación extra canaria de un intelectual austriaco, deviene la manifestación más antigua de la literatura canaria. ¿Eran ya canarios los aborígenes?

Quizá, un ejemplo más gráfico de esto tal vez sea el que nos da el bereberólgo austriaco Werner Wycichl en el número de abril-junio de 1952 en el artículo tituladoIntroducción al estudio de la lengua y de la historia canarias y comienza así:

Es evidente, desde todos los puntos de vista, por qué las Islas Canarias despiertan siempre el interés de la investigación: sólo aquí se nos presenta, en los mismos umbrales de la época moderna, el hombre europeo de la edad de piedra con su cultura, su religión y su lengua. Iguales, o por lo menos muy parecidos a los antiguos canarios, nos podemos figurar a nuestros antepasados europeos, mucho antes de los comienzos de la Edad del Bronce (énfasis en el original).

Como habrán notado hay un enfático interés por buscar los orígenes de los europeos, y los guanches, o el objeto de estudio del que ellos se hace, vienen a dar respuesta a ese interés. En este sentido estoy de acuerdo con las palabras del profesor del departamento de antropología de la Universidad de La Laguna Fernando Estévez González, en su artículo Clasificaciones imperiales y correlatos identitarios de la raciología en Canarias,cuando dice que “al igual que no es la nación la que hace surgir al nacionalismo, sino que es el nacionalismo el que crea la nación, y al igual que no es la raza la que degenera en racismo sino que es el racismo el que inventa la raza, no fueron los guanches los que abrieron la posibilidad de una arqueología y una antropología en Canarias, sino que fueron éstas las que crearon a estos aborígenes para nosotros”.

El fenónemo del guanchismo tiene para Canarias consecuencias muy grandes y complejas que ahora no me da tiempo de recoger aquí. Sin embargo hay un punto de relevancia para el estudio y rastreo de la producción de canariedad, relacionada con esto, que quiero traer a colación: es el caso de la primera publicación de corte nacionalista y antiimperialista en la historia de Canarias llamada El Guanche, editada por el inmigrante canario Secundino Delgado en Caracas de 1897 a 1898 4.

La revista quincenal El Guanche, noticiosa de las Islas Canarias, dejó de publicarse al año siguiente de su fundación por presiones del gobierno venezolano (a su vez presionado por el gobierno de Madrid) para evitar problemas en el clima belicoso ascendente de la guerra hispano-cubana. Publicada para el público canario en Venezuela, al calor de las independencias americanas y de los escritos martianos, El Guanche caraqueño usa constantemente el tropo de los aborígenes canarios como una reconquista de Canarias. De este modo, no podemos pensar la crítica anticolonial secundinista sin entender que el guanche es el indio de Nuestra América. Valga el ejemplo en el primer artículo del primer número de El Guanche, donde se exhorta a los canarios que están en Venezuela a no herir a su madre patria si miran a las Islas Canarias, que tanto admira y codicia Gran Bretaña, como un rincón de otra potencia (página 3, ver edición de Hernández González). Esto no dista mucho de esos hijos que se avergüenzan y reniegan de esa madre que los crió con delantal indio, idea del conocido ensayo de Martí. Otro dato importante que hay que señalar que contribuye a esta resemiotización del guanche, es el sinnúmero de artículos contra el expansionismo colonialista de España que vienen firmados por un “Tanausú” o un “Doramas”, conocidos reyes aborígenes de las islas. La defensa de la condición de lo canario expresada en su primera plataforma política nace en el contexto americano y usa los tropos americanos para hablar del guanche, por lo que no sería del todo incorrecto plantear que el primer ensayo sobre canariedad es americano.

Y ya para concluir y sintetizar todo lo que he expuesto aquí, me gustaría volver a la palabra invención. Quisiera recordar por un segundo el sentido de esta palabra por aquellos años de 1600, cuando invención no tenía el sentido moderno de crear de la nada, sino de encontrar o hallar, por su sentido latino de inuenire. Bien, mi tesis vendría a decir que pese a los intentos de defender una inuentio de la canariedad, lo que en verdad hay es una inventionde la canariedad. O si se me permite otro juego deconstructivo: si la canariedad es un hecho que está ahí fuera, yo sólo le puse el guión.

 

Notas

1 El llamado Pleito Insular es el resultado a la larga, y de maneras muy dispares hasta ahora mismo, de la división de poder que sufrió la capital y centro de la Provincia de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, a partir de 1912 cuando se creó la Ley de Cabildos, uno para cada isla, y de 1927, cuando se creó la Provincia de Las Palmas –por intereses y medios distintos, de burguesías isleñas distintas también.

2 Me refiero a los cantos fúnebres que recogió Torriani, no a las endechas a Guillén Peraza, de autor desconocido y que citan Juan Galindo Abreu o Viera y Clavijo.

3 Descubierto en la Biblioteca de Coimbra en 1931, editado en 1940 con este título “Die Kanarischen Inseln und ihre Urbewohner; eine unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590 im italienischen Urtext und in deutscher Übersetzung sowie mit Völkerkundlichen, historisch-geographischen, sprachlichen und archaölogischen Beiträgen herausgegeben” (es decir,  Las Islas Canarias y sus antiguos habitantes; con la edición de un manuscrito ilustrado desconocido del año 1590 en la lengua italiana original y en traducción al alemán, así como informes arqueológicos, lingüísticos, histórico-geográficos y folclóricos). De los ejemplares que, según la edición de Cioranescu se cuentan con los dedos de una mano, al destruirse muchos en la II Guerra Mundial, uno de ellos está en la New York Public Library. Sería interesante averiguar cómo y cuándo llegó ese libro a la NYPL.

4 Para los pocos inmigrantes que podían permitirse el privilegio de saber leer.

 

Bibliografia

ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA http://www.academiacanarialengua.org/estatutos

BILLIG, M. Banal nationalism. London; Thousand Oaks, California. Sage.1995.

CANFORA, L. Ideología de los estudios clásicos. Madrid. Akal. 1991 [1980].

ESTÉVEZ GONZÁLEZ, F. “La invención del guanche. Clasificaciones imperiales y correlatos identitarios de la raciología en Canarias”. Ciencia y Cultura de Rousseau a Darwin. Actas Años XV y XVI. La Orotava. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia. 2008.

GARÍ-HAYEK, D. Historia del nacionalismo canario. Las Palmas de Gran Canaria. Editorial Benchomo. 1992.

HOBSBAWM, E. The Invention of Tradition. Cambridge; New York. Cambridge University Press. 1983.

HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. Secundino Delgado en Venezuela. “El Guanche” inédito. La Laguna. Centro de la Cultura Popular Canaria. 2003 (Incluye una edición facsímil de todos los números de la edición de Caracas 1897-1898).

REVISTA DE HISTORIA CANARIA. En Memoria Digital de Canarias http://mdc.ulpgc.es/revhistoria impulsado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

TORRIANI, L. Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del italiano, con introducción y notas de Alejandro Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife. Goya Ediciones. 1978 [1590]

 

 

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