ENTREVISTA A LA PROFESORA NORA CATELLI

Entrevistadora: Isabel Domínguez Seoane
The Graduate Center (CUNY)
 
 
Nora Catelli es profesora de Literatura comparada y Teoría de la literatura en la Universidad de Barcelona, así como investigadora en el Centre Dona i Literatura, adscrito también a esta universidad. Durante el semestre de otoño del 2014, Nora Catelli impartió en el Graduate Center (CUNY) un seminario titulado “En espejo: la narrativa catalana, la castellana y sus tramas secretas. Joan Sales, Maurici Serrahima, Tísner y Juan Benet”.

Las preguntas que se recogen en esta entrevista versan sobre el contenido de dicho curso, así como sobre la relación del mismo tanto con las líneas de investigación que se están desarrollando en Estados Unidos, como con los trabajos en los que la profesora está inmersa en la Universidad de Barcelona. Tratamos de reflexionar acerca de las relaciones metodológicas y temáticas entre ambos contextos académicos.

Pregunta: Esta no es la primera vez que viene a la ciudad de Nueva York y colabora con alguna de las instituciones de la ciudad. Cuéntenos con algo más de detalle su relación con los proyectos que se han desarrollado desde Nueva York.

Respuesta: Efectivamente, tuve ya la oportunidad de trabajar una vez con el Rockefeller Archive Center y formé, además, parte del comité previo a la elaboración del volumen primero de la Historia de los intelectuales en América Latina que editaron Jorge Meyers y Carlos Altamirano en el año 2008 en la editorial Katz de Buenos Aires. Yo me ocupaba entonces de la configuración de los escritores del “Boom” a través de sus dos localizaciones. Es decir, a través de las distintas localizaciones de las diversas consagraciones nacionales y de la gestión de dichas consagraciones desde España y, sobre todo, desde Barcelona.

Pregunta: ¿Podría entonces tender los puentes en la otra dirección y contarnos en qué proyectos de investigación está usted involucrada en estos momentos en la Universidad de Barcelona para conocer con más detalle qué vías de investigación se están explorando allí en estos momentos?

Respuesta: En la Universidad de Barcelona existe un amplio abanico de posibilidades de trabajo en el campo de la Literatura comparada y la Teoría de la literatura. Hay tres o cuatro vertientes que se relacionan con las tesis que estoy dirigiendo que además se insertan en un proyecto de investigación de alcance más continental. En cuanto a las tesis, en estos momentos alguno de los doctorandos se ocupa de cuestiones relacionadas con Historia intelectual donde se evidencian los problemas de la relación entre América Latina y España reforzados por el hecho de que estos estudiantes son españoles trabajando con la cuestión latinoamericana, así que se trabaja a partir de una doble perspectiva que es necesario conservar bajo mi punto de vista. Este sería el caso concreto de un doctorando que está trabajando sobre una de las revistas menos estudiadas y analizadas de las vanguardias españolas de los años 20 y que además es una revista muy interesante porque tenía su sede en Galicia y estrechas relaciones con Uruguay. En esta revista se publicó a todo el mundo: desde Borges a Valle-Inclán, pasando por todos los vanguardistas del momento, tanto de derecha como de izquierda. El ilustrador de la revista era uno de los discípulos de Torres García, máximo representante de las vanguardias pictóricas, catalán y uruguayo que iba y venía. Aunque, por supuesto, los uruguayos lo consideran uruguayo y los catalanes, catalán. Esta publicación, Alfar, es una de las posibilidades para estudiar la ampliación de los centros irradiantes que nos interesan en el contexto de este proyecto más amplio del que hablaba.

La otra vertiente dentro de este campo de relaciones múltiples es la de una doctoranda que está trabajando la difusión y los diversos imaginarios de la literatura latinoamericana durante el franquismo. Siempre se estudia del “Boom” latinoamericano en adelante pero yo le propuse estudiar qué queda y qué sigue circulando en España (de un modo soterrado, por supuesto) o qué configuraciones de lo latinoamericano se rastrean entre 1939 y 1960, hasta la irrupción del “Boom”.

Y hay una tercera persona, investigador de soportes, que está trabajando la circulación de los paradigmas literarios en los diferentes soportes además de la digitalización de la literatura en español y los problemas ideológicos que supone la circulación.

En el campo del comparatismo me encargo de dos tesis más que son estrictamente teóricas, una de ellas sobre la configuración del concepto de “goce” en el pensamiento teórico-literario de los años 60 y la otra es sobre plástica y diversos lenguajes. Esta última tesis tiene que ver con varios trabajos previos que vienen ya de la década del 2000 al 2010 acerca de la discusión sobre el valor literario y los cuestionamientos sobre el mismo en los distintos escenarios del contexto teórico y del pensamiento literario en nuestros centros. No digo “en castellano” porque evidentemente el castellano es una lengua que junto con el italiano traduce una enorme cantidad de cosas, hace circular un gran número de obras provenientes de los centros franceses y alemanes y, por tanto, esa circulación siempre tiene un carácter más cosmopolita (no como adjetivo, sino como característica objetiva del modo en el que circulan los textos de estos autores). Estas son las líneas que circulan alrededor de mis intereses y proyectos de investigación.

Pregunta: Otra cuestión sobre la cual sería interesante reflexionar es si la Universidad de Barcelona estaría en estos momentos en medio de ese “ojo del huracán” de los discursos académicos y si existe un puente sólido entre la academia norteamericana y la Universidad de Barcelona.

Respuesta: Si yo hablase de la Universidad de Barcelona como una universidad catalano-española, diría que sus relaciones con lo que se podría llamar los programas, los puntos importantes o los ejes de discusión en los cuales se visualiza lo hispánico (en cualquiera de sus lenguas) son muy distintas. Y tienen que serlo, evidentemente, porque la visión proyectada desde el contexto europeo tiende a “contaminarse” con los ejes fundamentales en los cuales se orientan los distintos discursos hegemónicos de las universidades norteamericanas. Son formas perceptivas que no quieren ser solo vistas, que sería uno de los choques que existen constantemente con los centros norteamericanos, sino que quieren también ver. No solo ser objetos de estudio, sino también sujetos activos de ese mismo estudio. Este es un interesante punto de fricción y hay que mantenerlo vivo, evidentemente.

Se trata siempre de una relación tensa. La imagen que desde fuera se elabora de una trayectoria nacional está siempre desviada, exagerada o deformada; pero eso es necesario y es además la forma en la que todos leemos y trabajamos desde un eje que necesariamente es nacional.

Pregunta: En el seminario hemos hablado mucho de violencia y de guerra o de la actitud y la posición de los intelectuales durante la Guerra Civil, así que podríamos pensar brevemente en qué queda de ese campo intelectual en la Cataluña de paz y ya no de Guerra Civil. ¿Siguen los escritores catalanes tematizando de esta manera tan evidente como los escritores que hemos trabajado en el curso (Joan Sales, Maurici Serrahima, Tísner o Juan Benet) la actualidad catalana?

Respuesta: Desde el punto de vista de la circulación de la narrativa, que es el género frente al cual se podría decir que se estructuran las diferentes identidades sociales dentro de un contexto nacional, sí, yo creo que ajustándose a cada momento hay una gran literatura popular, televisión y relatos en la televisión y en el cine (estoy hablando de Cataluña) que trata y construye una Historia.

Por ejemplo, este año, aniversario del 1714, derrota de los partidarios de la monarquía austrohúngara contra los partidarios de los Borbones (porque esta no fue una guerra nacional, sino que fue una guerra de sucesión entre dos cabezas reinantes o tendencias dinásticas europeas), se han construido numerosas edificaciones de una manera muy permeable a todo lo cultural (monumentos de memoria como el Borne cuando se descubrió la Barcelona bombardeada por las tropas borbónicas a finales del sitio de la ciudad, por ejemplo).

Esa es una de las formas en las que se ha reelaborado el conflicto de la Guerra Civil, llevando todo hacia una lucha de Cataluña que vendría desde 1714 y se habría encarnado en diversos momentos (uno de esos momentos habría sido la Guerra Civil) manteniendo una continuidad dentro de los conflictos sociales que hubo en cada momento. Cataluña no luchaba como nación, sino que diversos sectores luchaban entre ellos y se alineaban de un lado o de otro según sus intereses históricos o económicos.

Sí, este es un momento de mucha efervescencia y de mucha discusión. Por un lado académica y por otro lado social (por toda esta cuestión de la posibilidad de un referéndum que diera lugar a la posibilidad o no de unas elecciones). Es un espacio que se ha abierto hace dos o tres años y que hay que tener en cuenta. La universidad lo recoge con cierta distancia, a pesar de que hay muchas iniciativas. Pero no es un lugar de efervescencia política en ese sentido. Es más bien un lugar de debate, pero no de toma de posición directa.

Pregunta: Mencionábamos antes la relación entre Barcelona (como capital cultural frente a Madrid que serían los dos centros culturales más relevantes de la península, sin incluir a Lisboa en esta discusión) y el “Boom” latinoamericano. Muchos escritores latinoamericanos estaban siendo legitimados en sus países de origen antes de llegar a Barcelona y no sentían la necesidad de pronunciarse acerca de los escritores peninsulares o catalanes porque ellos mismos estaban siendo el objeto y el centro ¿verdad?

Respuesta: Sí, ese es un desajuste interesante que no se ha subsanado y que tiene que ver con cada literatura nacional, porque no todos los escritores latinoamericanos se ven como escritores latinoamericanos, sino que se ven fuertemente como mexicanos, argentinos… y, sin embargo, hay otras sociedades literarias dentro de latinoamerica que son más proclives a formularse en términos de Latinoamerica y no de su país. Ellos no sienten la necesidad y esto no es cuestión de decisión individual sino que tiene que ver con el modo en que cada literatura incorpora lo nuevo, o lo que no se ha manifestado en su literatura y entonces copia de otras. Lo que la literatura castellana “enseñó” aparentemente no se ha renovado, hubo un momento (el momento de las vanguardias históricas) y hubo también algunos poetas castellanos que sí que fueron importantes y que ciertos poetas latinoamericanos postularon la idea de que esa lectura era fundamental para ellos. Un caso: Juan L. Ortiz era un poeta de la provincia de Entre Ríos argentina que en este momento está considerado como uno de los grandes poetas del medio siglo argentino y latinoamericano. Era un ermitaño que vivía en una cabaña al lado del río Paraná, de la cual salió solamente dos veces en su vida. Una de ellas para ir a China y no se bajó del barco. La otra fue cuando Juan Ramón Jiménez había llegado a Buenos Aires y él quería conocerlo, así que viajó a Buenos Aires. Todavía en ese momento, en los años 50, Juan Ramón podía aparecer no solo como un mentor sino que también, algo de su poesía y de su formulación de la lengua poética era un estímulo para alguien como Juan L. Ortiz. Ese modelo en este momento no se puede encontrar. No se me ocurre ningún poeta o novelista español que cumpla ese papel: que sea un punto que un determinado círculo necesite o que estimule la experimentación de la tradición literaria de este supuesto círculo.

De hecho, yo diría que los españoles conocen más las diversas literaturas latinoamericanas de lo que los latinoamericanos conocen la literatura española. Por supuesto no hay ninguna obligación, ni de un lado ni del otro, pero esta idea es sugerente. Por ejemplo, Juan Carlos Onetti era alguien que había leído muy bien a Baroja, en este momento no creo que haya ningún escritor ni mexicano, ni peruano, ni argentino, ni chileno que diga “tengo que leer a Baroja para ser escritor”. Sería un gesto arcaizante. Todos los escritores leían a Baroja como parte de su propia tradición y por supuesto a Valle-Inclán y a Pérez Galdós, todo este entramado existió hasta los años 40 y 50 y después se perdió.

Pregunta: Claro y ahora una buena formación literaria de un escritor pasa siempre por el conocimiento de la literatura latinoamericana: Borges, Cortázar, Arlt, Carpentier, etc.

Respuesta: ¿Te refieres a un escritor español? Sí, supongo que sí; que tiene que haber leído a Vallejo o a Rubén Darío, que es un eje insoslayable para cualquiera. Hablando con una poeta argentina, leí un epígrafe en un libro suyo de un poeta de los años 50 y le dije: “pero esto es un verso que parece una reescritura de las divagaciones de Rubén Darío”, y nos acordamos de memoria de los versos.

Escribí un artículo en el 1992 para la Revista de Occidente en el que sostengo que los escritores españoles, después de la muerte de Franco querían y necesitaban verse en un espejo que no tuviese que ver con su tradición literaria, así que se postularon en una relación distinta sobre todo con las literaturas europeas y anglosajonas. Quisieron cortar y no tener nada que ver con aquello; construirse una figura de escritor que no tuviese encima el agobio de lo vivido. Benet tiene y una frase que dice: nosotros somos la generación de las alas cortadas. Yo voté por primera vez cuando tenía cincuenta años; la generación anterior, luchó, se mató, batió el cobre, salió a la calle pero a los 20 años tenían las armas en la mano, nosotros estuvimos vencidos.

Por supuesto, estos escritores seguían escribiendo y publicando, pero no podían deshacerse de esa sensación.

Pregunta: Supongo que Juan Goytisolo comparte un poco esa sensación de derrota inicial que solo le permite la solución de un exilio ¿no?

Respuesta: A un destierro, más bien.

Pregunta: Una última pregunta más personal. Usted es además de profesora, investigadora, periodista. Y quería saber si las fronteras que separan los dos oficios (investigación y periodismo) son permeables. Si se encuentra con que más o menos trabaja sobre las mismas premisas.

Respuesta: Sí, por supuesto, yo me formé en la universidad argentina de los años 60. Era una universidad que no separaba la investigación académica de la crítica. Mi idea del conocimiento de la literatura y de cualquier ámbito de las humanidades tiene que ver con la conciencia de una postura crítica. Me resulta imposible separar una cosa de la otra. Por supuesto no divido entre reseñismo a servicio del lector y la investigación. Creo que en cada caso lo que tiene que aparecer es la crítica y la crítica es siempre una intervención. La etimología de crítica es la misma que crisis y la misma que discriminar. Hacer crítica es separar, dividir, fragmentar, nunca unir y en la fragmentación se encuentra la posibilidad de conocimiento.

 
 

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