LA VOZ DORMIDA Y EN EL TIEMPO DE LAS MARIPOSAS: LA MUJER EN LA POSTMEMORIA Y EN LA MEMORIA COLECTIVA DURANTE LA DICTADURA DE FRANCO Y TRUJILLO

Avelina Aguilar Staker1
University of Missouri-Columbia
 
 

Hay una división en el estudio tradicional de la literatura en español entre la región de la península ibérica y la del mundo hispanoamericano. Sin embargo, hay mucho que aprender de una investigación simultanea y transatlántica de obras de los dos continentes, aunque tal planteamiento sea poco común. En el año 1994, la autora Julia Alvarez publica su novela de In the Time of the Butterflies (En el tiempo de las mariposas), que es nombrado por la ALA Notable Book en su versión en inglés. La película dirigida por Mariano Barroso, basada en la misma novela y protagonizada por Salma Hayek y Edward James Olmos, es galardonada dos veces con los premios ALMA en 2002, el mismo año en que la autora española Dulce Chacón gana Premio Libro del Año por su novela La voz dormida (The Sleeping Voice) en España. La película basada en esta última novela, dirigida por Benito Zambrano, recibe tres premios Goya en 2012. A pesar de sus diferencias en el idioma y en la geografía, ambas novelas centran su narrativa en tiempos de conflicto político e ideológico donde la mujer, por condiciones extremas dadas en la sociedad, se ve forzada a tomar parte de los movimientos clandestinos en contra de un dictador y se incorpora a la disidencia, llegando por ende a sufrir la violencia, el miedo, la represión y hasta la muerte.

Las protagonistas de estas dos novelas son mujeres y sus voces son recuperadas y presentadas en el mundo de la novela histórica, novelas que nos ayudan a expandir nuestro entendimiento del compromiso social y el papel protagónico de la mujer en tiempos de lucha y a lo que ella tiene que sobreponerse o su experiencia como tal, que tiende a ser dejada a un lado por la versión oficial de la historia, escrita generalmente por la voz del vencedor y desde el punto de vista masculino. Por eso, en este ensayo intentaremos ver como son representados en las novelas las imágenes y los mitos sociales impuestos en la mente de la mujer y como las autoras han usado estos símbolos, todo esto con el fin de ayudar en el proceso de recuperación de la memoria histórica. Este enfoque requiere que ignoremos de muchos otros aspectos de estas dos novelas importantes y que pasemos por alto algunas otras obras que podrían tener relación con nuestro tema a tratar.

Los primeros esfuerzos literarios para preservar la memoria de los sufrimientos de la mujer durante la Guerra Civil española fueron obras de sobrevivientes de la experiencia, como Carmen Martín Gaite y Mercè Rodoreda. Pero la evolución de la narrativa ha seguido a través de otra generación. Según Magdalena Perkowska, la nueva novela histórica se refiere a la novela de aproximadamente las últimas tres décadas, que ha dado lo que se llama un verdadero “boom” en los trabajos críticos a partir de la década de los 90. Según la autora, estas novelas se apartan del modelo clásico “…mediante significativas y numerosas innovaciones temáticas y formales y, adoptando una posición crítica y de resistencia frente a la Historia como discurso legitimador del poder, proponen relecturas, revisiones y reescrituras del pasado histórico y del discurso que lo construye” (33). Si concordamos con la autora, podemos decir que estas novelas son innovadoras porque buscan dar voz al vencido, al que ha sufrido la persecución y represión durante los años de gobiernos fuertes y totalitarios contra grupos de la oposición, y en el caso de las novelas aquí estudiadas el propósito es recuperar la voz femenina de los eventos históricos y comparar las diferencias entre esta nueva voz y la de las obras anteriores.

En años recientes en España se ha dado un auge y debate sobre la memoria histórica y recuperación del pasado. Después de la muerte de Franco en 1975, el gobierno en miras y con el fin de facilitar una transición pacífica y estable a la democratización del país permitió lo que se ha denominado por los críticos como “amnesia política” y que dio fin a lo que otros llaman “amnesia histórica” (Leggott 25). Esto es que el gobierno, por miedo a un posible levantamiento de grupos que fueron silenciados durante la represión política de Franco, dio paso a un “pacto de silencio” o “pacto del olvido”, manteniendo en freno a las voces republicanas y por ende a una gran parte de España. El motivo de este pacto fue que existían en la península muchas “heridas no curadas” resultando en un “carácter esquizofrénico” (Zapata-Calle). La Ley de memoria histórica busca remediar y crear un puente de entendimiento entre los vencidos y los vencedores. El Boletín Oficial establece su propósito: “LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura” (53410).

Este debate coloca a España como pionero en la recuperación de la memoria colectiva de un pueblo. Siguiendo este modelo podemos entender mejor como la nueva novela histórica nos ayuda en el fin de recuperar la memoria de los vencidos en lugares donde las circunstancias históricas son similares. Para lo que a este artículo le concierne, estudiaremos el caso de la nación española, la dominicana y sus caudillos, Francisco Franco quien gobernó de 1936 hasta 1975 y Rafael Trujillo quien mandó de 1930-61.

Según Manuel García, las relaciones entre los gobiernos de los dictadores Franco y Trujillo estuvieron:

Cimentadas sobre presupuestos políticos e ideológicos similares, como la lucha contra el llamado peligro comunista y la defensa de las raíces hispánicas y católicas… [y estas] acrecentaron los históricos lazos culturales y espirituales entre ambos pueblos y alcanzaron una mayor intensidad en la época en que tanto España como la República Dominicana estuvieron dirigidas por dos caudillos militares que ejercieron la autoridad omnímodamente, convencidos de que el destino los había colocado en posiciones cimeras de poder para desempeñar papeles trascendentes en la formación y consolidación del Estado-Nación (ix).

Las semejanzas entre ambos gobiernos y su parecido en cuanto a sus ideales también concordaron con sus métodos de represión hacia el opositor y el miedo que sembraron, creando en las mentes de sus ciudadanos la cualidad de omnipresencia de su caudillo. Según Ángel Lockward, erudito dominicano, Franco y Trujillo eran dos “caudillos anticomunistas que se profesaban comprometidos con el catolicismo y la causa de la hispanidad [y] ambos forjaron las estructuras físicas de sus respetivos estados y dejaron profundas huellas, buenas y malas” (20). Las similitudes entre ambos gobernantes facilitan y reflejan la importancia del estudio de La voz dormida y En el tiempo de las mariposas en las siguientes páginas, pero antes es preciso entender qué conceptos debemos tener en mente al estudiar estas obras.

El primero es la relación teórica entre la historia y la memoria. Según Geoffrey Cubitt, los esfuerzos del historiador analítico contemporáneo por entender los traumáticos efectos de la guerra y las atrocidades de genocidios sobre individuos y sociedades ha creado lo que él llama el regreso a la memoria y por ende el término de memoria, parte del léxico del historiador y su estudio, lo cual ha modificado el léxico ya existente. Lo que anteriormente se conocía como historia folklórica o popular, o historia oral o pública, y hasta mito, se emplea ahora el término único de la memoria como una categoría que abarca a todas las ya mencionadas. Esto crea en sí nuevas formas de organizar información o nuevas estructuras para el historiador en su función de contextualizar la naturaleza de la disciplina de la historia y el conocimiento que esta puede proporcionar y generar (2). Por otro lado y para no olvidarnos, Cubitt también nos recuerda que la historia y la memoria son conceptos muy próximos y que ambos habitan territorios mentales muy similares: “History and memory are proximate concepts: they inhabit a similar mental territory” (4). El historiador tiene que recurrir a la memoria de otras personas que han vivido la historia para dar su interpretación del pasado.

En lo que nos concierne a este artículo debemos aclarar que aunque la historia y la memoria están íntimamente relacionadas entre si, existen varias diferencias. Una de ellas, muy importante, es que aunque la historia nacional de un país puede relacionarse con otro u otros países por tener principios universales, y para que puedan ser interpretadas, dichas historias se presentan bajos tales principios que son trascendentales a cualquier grupo en particular; es decir, la historia ve al grupo o los grupos desde afuera. Por el contrario, la memoria es siempre pertinente a un solo grupo y solo puede verse desde adentro (Cubitt 44). Por ello, el concepto de memoria colectiva es usado al hablar de memoria en relación a la historia. Se entiende como memoria colectiva “…what remains of the past in the lived experience of groups, or what these groups make of the past… [and it] is the collective construction of the past by a present community” (Cubitt 10). Entendemos pues que las historias de España y de la República Dominicana se relacionan entre sí y pueden estudiarse en conjunto y así lo hacen los eruditos ya mencionados, mientras que la memoria colectiva guarda autonomía, siendo ésta la expuesta en la novela correspondiente a cada país. Sin embargo, este artículo busca relacionar las similitudes presentes en la memoria colectiva de ambas comunidades sobre la mujer disidente al gobierno opresivo.

Primeramente, notamos la memoria colectiva en el caso peninsular. La autora española, Dulce Chacón, en una entrevista, nos habla de su entender sobre la memoria y la necesidad de sanarla: “un pueblo sin memoria es un pueblo enfermo, al igual que una persona sin memoria está enferma” (Portela 54). Chacón creció en una familia conservadora y, por ello, ella afirma que al crecer solo oía los sufrimientos de los vencedores y que esto la llevó a darse cuenta más tarde de que desconocía la versión de los vencidos (Leggott 28). Es decir, ella percibió su falta de la memoria como individuo y también como miembro de una nación. Se propuso como meta dar voz a los silenciados, con el fin de facilitar a la generación presente de España y a las futuras una perspectiva más de la historia. De igual manera en el caso caribeño, el trabajo de Julia Alvarez surge de la necesidad de recolectar las historias mencionadas en su niñez por sus padres, sobre familiares y amigos que quedaron atrás en el país, al refugiarse ella y su familia en los Estados Unidos (Rodríguez 55). Alvarez busca conservar la memoria de sus padres y otros familiares principalmente para los exiliados dominicanos y, en segundo plano, para el pueblo de la República Dominicana como tal, usando las técnicas de la postmemoria.

El concepto de postmemoria fue expuesto por Marianne Hirsch para referirse a los hijos de los sobrevivientes del Holocausto, cuyas memorias y experiencias son marcadas por los traumáticos eventos que ellos mismos no presenciaron o vivieron (Leggott 28). Ha sido usado para referirse al trabajo de Chacón como una respuesta de la segunda generación al trauma de la primera, puesto que este trabajo no depende de lo que se ha vivido personalmente, como en el caso de las autoras como Martín en su novela El cuarto de atrás, sino que se trata de un trabajo de distanciamiento sobre la recolección de memoria. En estos trabajos se pueden representar las huellas de la memoria que otros han dejado de los pocos sobrevivientes que aún quedan (Portela 54), siendo este mismo concepto de postmemoria el que ahora es ligado al trabajo de Alvarez en su labor de búsqueda de información, como base para escribir su novela En el tiempo de las mariposas. Esto también se entiende como el análisis dado por el distanciamiento de las generaciones posteriores a la opresión y la violencia vivida en la generación anterior (Portela 64)2. A pesar de las diferencias históricas de ambas autoras, tanto Chacón como Alvarez tienen que recurrir a la memoria de otros por carecer ellas mismas de vivencias o experiencias propias. De alli, la importancia que Hirsch ha señalado al decir que “Postmemory is a powerful form of memory precisely because its connection to its object or source is mediated not through recollection but through representation, projection and creation. . .” (9; Portela 54). Esto se expresa a través del simbolismo, las imágenes y los documentos históricos, pero para enfocarnos dejamos de lado los documentos y el análisis histórico de los mismos. Veamos, entonces, como se nos presenta la imagen de la mujer en estas dos obras.

Primero, comparamos el uso del símbolo de la madre y la maternidad y de su importancia en la cultura hispánica. Ambas autoras son conocedoras de la importancia de este rol, no solamente enfatizado como era de esperarse del lado franquista, sino también del lado republicano (Fernández 136) y como ejemplo tenemos el mito de La Pasionaria que llegó a ser símbolo equivalente al de la Madre y de la Tierra3. Además, estaba el sacrificio femenino de entregar los hijos y sus esposos a la guerra y a una latente muerte (Fernández 130). La imagen de la Madre sufrida se encuentra muy marcada en la relación entre las mujeres en la prisión de La Ventas. Reme, cada vez que piensa en sus hijas, dice “Ven, sangre mía” (Chacón 58) a Elvira, la más joven del grupo. Esta frase se repite a lo largo de la novela en varias ocasiones, siempre con el mismo efecto de destacar la preocupación, el sufrimiento y el amor de una madre por sus hijas, a quienes no puede ver por tener que pagar una condena de doce años. La repetición de esta imagen de la sangre se convierte en un leitmotiv a través de ambas novelas.

Otra imagen que nos hace pensar en el cuidado maternal es cuando Sole, una de las enfermeras de la cárcel de La Ventas, le da de comer a Tomasa, quien cumple “cubo” por tres meses, evitando así que ésta se muera de desnutrición. Se dice que Tomasa “…succionó [el puré de papas] como un ternero se alimentaba de la ubre de su madre” (207). La novela también denuncia el caso de la maternidad negada debido a las excesivas y largas condenas dadas por el régimen de Franco y, para ello, usa la menstruación de la mujer como imagen de la sangre como símbolo de la vida robada. Tomasa, en su último día en la cárcel, oye a una mujer de Granada, quien lleva veinte años de reclusión y a quien tan solo le quedan dos meses para salir libre, desgarrarse en llanto porque le ha llegado la menopausia (386) y con ello muere su sueño de ser madre. En esta parte de la novela no sólo se hace pensar sobre los hijos que murieron en la guerra o la postguerra, sino también, en aquellos que no nacieron, producto de la represión política sufrida. Otro aspecto de la maternidad se da cuando la presa Josefina, madre de dos niñas menores de seis años, en una visita de éstas a la cárcel, no reconoce a sus hijas y a su vez las niñas tampoco reconocen a la madre (270), quien no tiene consuelo al saber que es una extraña para ellas; es decir, la madre queda olvidada en medio de su sacrificio y participación histórica.

Asimismo, en El tiempo de las mariposas, la imagen de madre está ejemplificada en Patria, muy devota a la Virgen, y quien pierde un embarazo y queda embarazada de nuevo trece años más tarde. Su nombre, Patria, simboliza la nación entera y el pueblo dominado por un dictador. Dos veces en la novela, Patria experimenta una epifanía que la lleva al final a formar parte de un grupo clandestino opositor al gobierno de Trujillo y llega a ser conocida bajo el seudónimo de Mariposa número tres. Durante su primer embarazo, Patria hace una peregrinación a una capilla que queda en las montañas, donde ella clama la presencia de la Virgen y escucha una voz que le confirma que ya su presencia está allí con ella e implica que la Virgen está en cada persona a su alrededor (Alvarez 59). Es decir, la Virgen le dice que sus hijos son como ella misma. Este episodio en la novela enfatiza la idea de que la madre nunca se olvida de sus hijos.

En su segundo embarazo, Patria vuelve a visitar a la Virgen y esta vez una balacera se forma afuera de la capilla entre los campesinos armados sólo con palos y machetes, mientras que el ejército de Trujillo cuenta con armas de fuego. Patria presencia la masacre y, en especial, la muerte de un joven que se aproxima a la iglesia y es disparado por la espalda y, al momento de morir, se cruzan las miradas. Patria relaciona al hijo que perdió hace más de trece años con este joven y, al bajar de la montaña, Patria es una mujer diferente. Se dice que todas las caras eran una sola para ella (162). Se da entonces la trasformación de Patria como la madre de todos, siguiendo el modelo impuesto por la iglesia de que toda mujer debe seguir el modelo de la Virgen María, es decir, el rol materno en su máxima expresión y la disposición de sacrificar a sus hijos, pero en este caso la imagen invertida es usada para dar énfasis al compromiso social de la mujer como madre y su deber de unirse a la lucha contra el dictador que oprime a sus hijos, que son ella misma, tal como le revela la voz de la Virgen a Patria.

La novela de Alvarez nos ayuda a entender mejor el sólido compromiso de la mujer combatiente y de su ideal político, que también se ve reflejado en la novela de Chacón. Esto se puede ver en las palabras de Patria cuando Minerva, su hermana y Mariposa número uno, le deja a cargo indefinidamente a su hijo. Patria nos cuenta sobre este hecho: “But then Minerva came to me with her six-month-old Manolito and asked me to keep him. ‘Keep him?’ I, who treasured my children more than my own life, couldn’t believe my sister would leave her son for anything” (155). Patria cuestiona la decisión de Minerva y nota el dolor que le causa a su hermana desprenderse de su hijo por lo cual agrega “…then I saw it did hurt her to make this sacrifice she was convinced she needed to make…” (155). El tema del sacrifico de la mujer, capaz de desprenderse de su rol maternal, está ligado y sirve como prueba firme de compromiso político e ideológico que muchas veces es cuestionado y hasta se duda de que dicha mujer en general entendía su postura y la condición político-social que la rodeaba. Como ejemplo, Patria duda por mucho tiempo si debe unirse o no a la oposición por varias razones, entre ellas el miedo. Tal es el caso también de Pepita, hermana de Hortensia en la novela de La voz dormida, quien nunca llega a formar parte de manera abierta de la oposición y lo que hace de recibir o mandar mensajes es únicamente por complacer al Chaqueta Negra [líder de la resistencia antifranquista] a quien ella ama profundamente (373). En el caso de Patria, ella sí llega a unirse a las filas de las valientes y pasa a ser como Minerva u Hortensia, firme en sus ideales políticos. Como prueba contundente de la fuerte convicción de estas mujeres y su legado están las palabras escritas por Hortensia a su hija en el diario azul “Lucha, hija mía, lucha siempre, como lucha tu madre, como lucha tu padre, que es nuestro deber, aunque nos cueste la vida” (398). La fortaleza y el valor de Hortensia son del mismo nivel y calidad que los de su esposo, Felipe, ambos dispuestos a todo por la causa.

De igual manera tenemos en la novela de En el tiempo de las mariposas a Minerva y a su esposo, Manolo, quienes están dispuestos a todo por la causa política, incluso a sacrificar su amor del uno por el otro si fuera necesario. En ambas novelas se da una relación equilibrada o nivelada de poder e entendimiento entre los personajes femeninos y sus respectivas parejas. Este hecho se puede interpretar, por un lado, como un intento de dar a conocer como debería ser la relación de pareja desde el punto de vista femenino; también para dar énfasis en la unificación de la lucha política y la idealización de esta idea, pero el mensaje más importante se da para enfatizar que la mujer disidente ha participado en la lucha con el mismo ahínco y ha sufrido tortura, prisión y hasta muerte al igual grado que su compañero.

En ambas novelas los actos de activismo político de las mujeres están presentes en todo momento, sobre todo los que se llevan a cabo aun dentro de la cárcel, y por esta razón, cobran más valor y significando. Su participación, lejos de ser pasiva, es activa. Como ejemplo tenemos el caso de los cantos por las mujeres presas, bien sea de canciones republicanas en España para darse valor entre sí y mostrar su solidaridad, o entonar el himno nacional de la República Dominicana para dar valor a los hombres que están presos y además siendo torturados tal como muchas de ellas lo fueron. También está la creación clandestina de uniformes para los hombres en la montaña (en Alvarez) o del documento escrito a los organismos internacionales (en Chacón), ambas acciones muy peligrosas en caso de ser descubiertas en la prisión. Si bien el sufrir tortura, prisión y muerte es tan riesgoso tanto para el hombre como para la mujer disidente, la mujer tiene que añadir a esta lista una pena o sufrimiento más, es decir, la violencia o agresión sexual y de allí la importancia de examinar dicho tema en las obras de Chacón y Alvarez.

La violencia o agresión sexual está presente en el estudio que hace Adriana Fernández sobre la construcción de la imagen de la mujer republicana en la memoria de España y, para ello, analiza la poesía, la novela y algunas películas, concluyendo que los temas a relucir son: la injusticia, el hambre, la tortura, el miedo, la enfermedad, la solidaridad femenina, y los pensamientos políticos, entre otros, y que aunque la violencia sexual tristemente es un peligro real y latente en el diario vivir para la mujer republicana, sobre todo como experiencia carcelaria, este tema es evitado, ya que según ella la mujer republicana “…tenía bien presente la asociación entre “roja” y “prostituta” –ya establecido en la imaginación social– y que ni aun con su victimización [las mujeres republicanas] deseaban dar elementos para confirmarla” (134). Se da así una fuerte tendencia deliberada de la mujer republicana de desasociarse con cualquier situación que pudiera hondar, aún más en esta imagen impuesta por los que buscan desacreditar a la mujer en su lucha y participación como opositora de Franco.

Esta tendencia se ve reflejada también en la lectura de La voz dormida y el único incidente, más brillante por su sencillez y claridad, es donde se hace mención de la potencial violencia sexual a la que eran expuestas las mujeres en la prisión, se da cuando La Zapatones, al ver que no puede evitar que los falangistas se lleven a Elvira junto con Soledad Pimentel, y uno de los jóvenes le dice “Ésta me la llevo para mí, se la traigo mañana” (Chacón 278). La Zapatones revela su preocupación al quejarse, diciendo que “la última vez que se llevaron así [a una interna] me la devolvieron hecha una pena” (278). Chacón, con este episodio, nos da a conocer que ella no ignora el riesgo que corría la mujer republicana en la cárcel o una vez que era detenida, dándonos en frases bien cortas en las palabras del soldado y La Zapatones, este símbolo del ciclo repetitivo del abuso constante hacia la mujer republicana.

Caso muy distinto era la realidad dominicana donde el tema de la violencia sexual no solo es mencionado una o varias veces, sino que en forma latente y constante, es parte de la temática central de la obra por su relación con el despotismo de Trujillo y su abuso y atropello hacia la mujer. Minerva, la protagonista de la novela, de joven adolescente internada en el colegio de monjas de la Inmaculada Concepción en la cuidad, presencia el poder seductor de Trujillo cuando su amiga, Lina Lovatón, la joven más talentosa y hermosa del convento, es arrastrada a una vida infeliz por el apetito carnal de Trujillo4. Esto ocurre el día en que él decide añadirla a su colección de mujeres cuando pasa por casualidad por el lugar y se detiene interesado en las jóvenes mujeres que jugaban un partido de voleibol en el patio de la escuela. Trujillo, aunque está casado, detiene el carro e inmediatamente exige tener una entrevista privada con una menor de edad y, desde entonces, se da el cortejo de él hacia la joven. La evidente diferencia de edad se da a notar en la novela cuando Minerva nos cuenta los comentarios de la joven a sus amigas después de una de las visitas: “Sometimes he’d ask her to sing or dance. Most especially, he loved for her to play with the medals on his chest, taking them off, pinning them back on” (Alvarez 20).

Nada es impedimento cuando Trujillo decide que una mujer debe pertenecerle. Trujillo usa la imagen de la mujer siempre dispuesta y preocupada, en palabras de Minerva, “of displeasing El Jefe” (109), puesto que este usa como símbolo de su poder a la mujer en relación al hombre que se debe doblegar a su palabra y designio y llega así a ser el jefe de todos. El título del capítulo es “Complications”, donde se nos da a conocer el secreto de Sinita que demuestra la violencia sufrida por familias opositoras a Trujillo hasta llegar a la masacre de todos los hombres de su familia. Sinita le aclara a Minerva de qué se trata su secreto cuando le dice que el secreto es que Trujillo es el responsable de los asesinatos que todos ven en las calles, sin razón aparente (19). La violencia sufrida por la opresión a esta familia es ligada con la llegada de la menstruación de Minerva. En este caso la sangre de Minerva representa la fragilidad de la niña que ahora es mujer, como posible víctima del poder inmenso de Trujillo y de su deseo carnal, al poder ser ella usada por éste como representación de su poder absoluto y de castración simbólica de otros hombres por tomar sus mujeres.

Chacón, en las últimas páginas de su libro La voz dormida, nos da una serie de nombres con sus respectivos testimonios como muestra de su arduo trabajo de recolección de la memoria y para recordarnos de la importancia y necesidad de que dichas entrevistas se hayan realizado. Ambas novelas usan la figura de la mujer sobreviviente, la que quedó para contar la historia; esto no es casualidad, puesto que se da para dar hincapié en las voces que se describen y de la importancia de contar la historia, aunque la mujer que sobrevive, en algunos casos, no fue necesariamente la que participó activamente y que tal vez la lleve a pensar que no forma parte de la historia en sí. La idea a recalcar es la voz dormida de la mujer o de su historia y por lo tanto asegurarse de que su versión de los hechos, durante los tiempos de resistencia, salga a la luz por la mujer sobreviviente, bien sea por la que participó activamente y de lleno a la causa, o por aquella que dice que tuvo miedo y cuya participación era esporádica y mínima. Ambas figuras están representadas en la novela de Chacón, tal es el caso de Tomasa y Pepita. El tema a relucir es el silencio impuesto por el dictador hacia sus opositores y el olvido al que se vieron relegados los mismos. Si bien es cierto que es evidente la censura política que los opositores al gobierno sufrieron durante los años del dictador y que éste lleva a cabo con el fin de mantenerse en poder, Burke nos recuerda que el hecho ya ampliamente conocido es que la historia es escrita por los vencedores, pero él añade que también debería decirse que la historia es olvidada por los vencedores; es decir, que estos pueden permitirse el olvido, mientras que los vencidos no pueden aceptar lo ocurrido y están condenados a obsesionarse y revivirla, para así poder reflejar a lo diferente que pudo haber sido todo (106). No es solo cuestión de nostalgia al referirnos a la memoria del vencido y, en nuestro caso, la representación femenina en dicha memoria, sino también y aún más importante traer a la luz una parte de la historia renegada y olvidada por el vencedor. Este esfuerzo es indispensable en el propósito restaurador de esta y nuevas generaciones en cuanto a la verdad y las diferentes versiones de los hechos acontecidos en la guerra y posguerra.

Por tal motivo, tenemos al personaje de Hortensia recalcando el mensaje que va de acuerdo con el título de la novela de La voz dormida, el cual es la relevancia de contar la historia por la mujer que sobrevive y así despertar esta memoria, puesto que es sobreentendido que la mujer mártir ya no está para contar su propia historia, y que ésta sólo puede ser vista desde la mirada de la sobreviviente y de la memoria colectiva. Tomasa, quien está indignada por los insultos del cura al ser catalogadas como escoria, propone una huelga de hambre, mientras Reme y algunas otras compañeras imploran que más hambre no. Veamos el razonamiento de Hortensia en las palabras referidas a Tomasa en el siguiente diálogo: “Hay que sobrevivir, camaradas. Sólo tenemos esa obligación. Sobrevivir. [Tomasa pregunta] Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir? [Para lo cual Hortensia concluye] Para contar la historia, Tomasa” (135-36). Con estas palabras queda sellada la declaración de la generación de la postmemoria en su deseo de contar esta historia, así tenga que valerse en su intento de recolección de las diferentes fuentes como la ficción, la representación, el simbolismo, la proyección y las creaciones de imágenes. Tal parece que la relación que se da entre la generación de la postmemoria y la generación anterior que sufrió, no es tanto una relación de identidad, aunque también es valedera dicha afirmación, sino más bien de ética (Portela 65). Donde la generación de la postmemoria crece firmemente es que su legado consiste en facilitar la recuperación de la memoria histórica. El contar la historia como temática también se da en la novela En el tiempo de las mariposas. La narración tiene como marco el testimonio de Dedé, la hermana sobreviviente y que nunca llega a ser conocida como Mariposa. Para entender mejor cómo funciona el uso de la voz testimonial a la generación de la postmemoria se puede utilizar el concepto del “Signo de la Voz” y Alvarez aplica esta idea en su novela, apropiándose de la voz de Dedé. Por ello, la autora se convierte en un receptáculo vivo o “una extensión del acto de hablar” (Holguín 99). Por lo tanto, también se puede afirmar que llega a ser hasta cierto punto un reflejo de su pensamiento y de su interpretación de los hechos que son trasmitidos en la novela histórica en diferentes formas simbólicas y representativas según la creación de la autora.

Parte de este simbolismo es la relación que enfatiza Chacón en la imagen de Las Trece Rosas y también Alvarez en su uso de las Mariposas. Tengamos presente que son imágenes tomadas de la memoria colectiva. En la novela de Chacón, Hortensia, la mujer que iba a morir, es ligada a la imagen de Las Trece Rosas cuando Hortensia escribe en su diario “que han ingresado doce mujeres socialistas de las Juventudes Socialistas Unificadas y que a ella la van a meter en ese expediente, y que las van a juzgar pronto, a las trece. Trece, como las menores que fusilaron el cinco de agosto de mil novecientos treinta y nueve…” (56). Es irrefutable la relación estrecha y la imagen que busca la autora en la mente del lector, el de valerse del significado en la memoria colectiva de estas jóvenes mártires para relacionarlo con la de la protagonista Hortensia y hacer eco esta imagen indefinidamente en la mente del lector ya que Hortensia pasa a ser, junto con otras doce jóvenes, otra vez Las Trece Rosas, y así dice lo que estas jóvenes representan para ella: el acto repetitivo de la mujer mártir en tiempos bélicos.

En su libro Fearless Women in the Mexican Revolution and the Spanish Civil War, Linhard afirma la posición que “women’s writing on war often redefines the lines between combat experience and civilian experience” (5; Cooke 41). De esta forma la narrativa de la historia de la guerra por la mujer recobra ciertos matices que solo pueden ser contemplados desde la mirada femenina. Veamos brevemente dos ejemplos. El primero es la preocupación y recordatorio de Reme a las demás presas de cómo era su cabello antes de ser rapada su cabeza cuando dice, al peinar a Elvira, la más joven: “Asín de largo y de negro tenía yo el pelo” (Chacón 57). Esto con el fin de lamentarse de su pérdida de parte de lo que ella considera su feminidad y por ende su belleza de la que fue privada. En los testimonios sobre Las Trece Rosas hay uno en particular que llama la atención en el libro de Linhard, y este es el de testimonio de Romeu Alfaro que nos dice que ellas “…distribuyeron sus ropas entre las reclusas y tuvieron el valor para lavarse y peinarse, se pusieron sus más bonitos vestidos y esperaron con firmeza…” (144). Como podemos ver la feminidad de estas mujeres nunca se pierde pese a las condiciones que las rodean. Contrariando la idea popular, estas mujeres siguen siendo fieles a su interés propio de su género a la afición por la estética y la limpieza. Esto también se ve en la novela de Alvarez cuando las tres Mariposas van a la cárcel para visitar a sus esposos. La última parada, antes de ser asesinadas a manos de los soldados, fue para comprar unas carteras nuevas que combinaran con sus zapatos (288). Otro tema a relucir es que ambas autoras usan el motivo del diario personal para reflejar la voz de la mujer, su propio descubrir de sí misma y su visión al narrar la historia. José F. Colmeiro nos indica que la técnica que él llama un “híbrido de memorias” es usada para dar énfasis a la cantidad de elementos que debemos tomar en cuenta al intentar reconstruir la memoria de la mujer en su lucha y en el ámbito de la disidencia contra el gobierno de un dictador (191).

Como vemos, el estudio a profundidad que se le pueda dar a estas dos novelas en su parecido y relación, nos puede llevar a un mejor entendimiento de la memoria histórica en cuanto a la temática de la mujer y su reciente incursión en el análisis de conflicto y la memoria desde una nueva perspectiva. Lo impresionante de la novela de Alvarez es que ella ha conservado las memorias de mujeres de habla hispana en su narrativa aun cuando el idioma literario de ella es inglés. Esto representa una extensión del concepto de la postmemoria, abarcando otra generación con otra lengua, y refleja su experiencia de inmigrante.

A pesar de que se trata de novelas escritas en dos idiomas y sobre los eventos de dos países distintos, hay mucho de parecido en el desarrollo de la narración y los protagonistas de estas obras. La dictadura tiene ciertos efectos en cuanto al mundo femenino y el arte de Chacón y Alvarez nos pone de relieve las consecuencias de este poder ilimitado. El hecho de que ambas novelas se han convertido en películas de difusión general actúa para extender la influencia de estas autoras y la transmisión de la memoria histórica representada en sus obras.

 
 
Notas

1La autora agradece comentarios del Dr. Michael Ugarte sobre una versión anterior de este artículo.

2Chacón oyó la historia de la Guerra Civil por boca de sus padres y otros que lo vivieron.  Alvarez, por ser niña durante la época del Trujillato, también tuvo que conocer la historia a través de la voz de sus familiares.

3Sobre La Pasionaria sobresalen las aportaciones de Byron.

4En la película, el encuentro con Lina y el dictador Trujillo se mezcla con la escena de la obra de teatro de las jovencitas, quedando una sola escena.  Por lo tanto, el proceso de cortejo por parte de Trujillo no se da, sino que éste se lleva a Lina el mismo día (In the Time of the Butterflies).
 
 
Bibliografía

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