EL CONTACTO LINGÜÍSTICO ENTRE EL CASTELLANO Y EL EUSKERA: EFECTOS DEL EUSKERA EN LA VIBRANTE DEL ESPAÑOL HABLADO EN VIZCAYA1

Jon Ander Merino Villar
Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)
 
 
INTRODUCCIÓN
 

Existen en español dos tipos de vibrantes que se diferencian según el número de vibraciones que se necesiten de la lengua en el paladar: la vibrante simple y la vibrante múltiple. Entre hablantes bilingües de euskera y castellano,2 tanto en un idioma como en el otro, algunos lingüistas han mencionado una pronunciación múltiple en contextos en los que es la variante simple la que se escucha en un español académico (Navarro Tomás, 1966, 1967).

Este estudio comprueba el tipo de pronunciación de la vibrante simple en castellano entre un tipo concreto de hablantes y en determinados contextos lingüísticos. Se toman y analizan muestras de dos grupos de hablantes que pertenecen a dos comarcas concretas de la provincia bilingüe (euskera – castellano) de Vizcaya, en España.

Los hablantes de uno de los grupos, además de hablantes de castellano, son también nativos del dialecto “vizcaíno” de euskera. Con esto se comprueba la posible influencia de este idioma en la pronunciación de la vibrante en castellano (Fernández-Ulloa, 2005; Merino Villar, 2010; inter alia). Además del efecto del euskera vizcaíno, se tiene en cuenta otro factor, de igual importancia: el grado de formalidad en el habla.
 
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
 

Aquí se hace un repaso bibliográfico de los trabajos que han tratado los rasgos fónicos de las vibrantes (simple y múltiple), así como su distribución dentro de la sílaba y la palabra, tanto en castellano como en euskera. De esta forma pueden apreciarse en un ámbito general las diferencias y similitudes en la realización y distribución de estos dos fonemas en ambos idiomas.

A lo largo de las últimas décadas, y debido a las similitudes fonológicas entre los dos sonidos vibrantes en castellano, contamos con hipótesis que ponen en duda que estos sonidos sean dos fonemas independientes. Estas teorías consideran a la vibrante múltiple como una derivación fonológica de la vibrante simple (Harris, 1983; Núñez Cedeño, 1989, 1994). No obstante, en este trabajo se sigue la teoría tradicional que trata estos sonidos como dos fonemas independientes. A continuación, se establecen la articulación y distribución de /ɾ/ y /r/ tanto en español como en euskera.

Existen dos fonemas líquidos no laterales en castellano, vibrante simple /ɾ/ y vibrante múltiple /r/. Sabemos que /ɾ/ y /r/ son dos fonemas y no dos alófonos de un mismo fonema gracias a la función semántica de cada uno de estos sonidos en la oposición de pares mínimos3 tales como: pero-perro o caro-carro, entre otros pares mínimos del gran número que existen entre /ɾ/ y /r/ en español. La diferencia principal entre ambos fonemas es, como sus nombres sugieren, el número de vibraciones que requiere la realización de cada uno de ellos. En cuanto a la articulación de la vibrante simple, partiendo de explicaciones que diversos autores ofrecen, podría decirse que este fonema se produce mediante “un único y rápido contacto del ápice de la lengua generalmente en la zona alveolar de la cavidad bucal” (Hammond, 2001). Debido a la presión del aire saliente, el ápice de la lengua es empujado hacia abajo hasta que el contacto entre el vértice lingual y alvéolos cesa. Puesto que por norma general las vibrantes en castellano son sonoras, es en ese mismo momento cuando las cuerdas vocales comienzan a vibrar.

Harris (1969) asigna las siguientes características fonológicas para la vibrante simple en castellano [+vocálica, +consonante, -obstruyente, +sonora, +coronal, +anterior, -estridente, +continua, -tensa], sin mostrar mucha seguridad en las dos últimas. A la hora de llevar a cabo el mismo proceso descriptivo con la vibrante múltiple, este autor muestra un grado de complejidad bastante mayor.

La articulación del fonema /r/ del castellano suele ser descrita como su homóloga /ɾ/ con la única diferencia del número de vibraciones entre ambos fonemas. De esta forma, la primera comparación que muestra Navarro Tomás (1966, 1967) entre ambos fonemas es la única vibración de /ɾ/, en contraste con las “dos o más” vibraciones de /r/. Harris (1969) coincide en que /ɾ/ consiste en una sola vibración y, de hecho, considera que cualquier realización en la que tenga lugar al menos una vibración más, debería tratarse como /r/. No obstante, el promedio de vibraciones que un hablante efectúa para producir el sonido /r/ consiste en tres o cuatro. Ciertamente, una vibrante múltiple consistente en dos vibraciones no debería interpretarse como un sonido propio de un “castellano académico”4 (Hammond, 2001). Siguiendo esta última consideración, resulta oportuno, por consiguiente, interpretar el término “múltiple” como una cantidad superior a dos.

En cuanto a la distribución de /ɾ/ y /r/, el primero aparece en español con más frecuencia que el segundo. Este hecho podría deberse a la relativa facilidad con que se articula /ɾ/ en comparación con /r/. No obstante, esto no quiere decir que la distribución de /ɾ/ sea más amplia que la de /r/. De hecho, hay algún contexto en el que /ɾ/ nunca aparece en español y, en cambio, /r/ sí lo hace. Entre estos casos en los que /ɾ/ no se encuentra en español, por un lado, tenemos la posición inicial de palabra y, por otro, cuando la vibrante está precedida por una de las siguientes consonantes: /n/, /l/ y /s/. En el resto de las posiciones, y en los casos en los que el sonido consonántico precedente es cualquier otro distinto a /n/, /l/ o /s/, la vibrante siempre será la simple, /ɾ/, y en ningún caso la múltiple /r/. Dentro de este grupo de consonantes seguidas de /ɾ/ están incluidas todas las oclusivas del castellano, y dentro de las oclusivas destacaremos las sonoras, creando los grupos de consonantes /br/ (oclusiva labial sonora más líquida vibrante simple), /dr/ (oclusiva dental sonora más líquida vibrante simple) y /gr/ (oclusiva velar sonora más vibrante simple) seguidos de cualquiera de las cinco vocales o diptongos del español.

Pasando a analizar la distribución de /r/, este fonema puede encontrarse, a diferencia de /ɾ/, en posición inicial. Se da, además, en posición intervocálica, en la que puede encontrarse /ɾ/ también. No tiene lugar /r/ cuando está precedida por una consonante diferente de /n/, /l/ ni tampoco en ningún contexto final (esto incluye tanto posición final de palabra como final de sílaba). Algunos autores afirman que las opciones en las que /r/ puede darse después de consonante (/n/ y /l/), deberían extenderse también a /s/. El caso es que después de /s/ es imposible articular /ɾ/ o /r/ sin efectuar una pequeña pausa. Este tipo de pausas son inviables en el habla espontánea y, por ello, uno de los procesos fonológicos más comunes en estos casos es la aspiración o la elisión de /s/ para pronunciar una vibrante múltiple /r/, y nunca la elisión de la vibrante simple /ɾ/. Este último fenómeno suele darse especialmente en dialectos del español en los que /s/ tiene tendencia a ser aspirado o elidido en codas silábicas.

A colación de la distribución de /r/, Harris (1969) considera que /r/ puede encontrarse también en contextos finales: /r/ ocurriría en codas silábicas antes de un segmento [+ consonántico] que tendría lugar en el arranque de la siguiente sílaba, por ejemplo: a[r]ma, a[r]te, á[r]bol, pe[r]la. Siguiendo esta misma teoría, la distribución de /ɾ/ y /r/ en posición final de palabra estaría determinada por el elemento inmediatamente posterior, esto es, el inicial en la siguiente palabra. Por tanto, aquí se aprecia el contraste entre ejemplos tales como amor eterno, en el que la vibrante es seguida por una vocal [- consonántico] y, por ello, la pronunciación de la vibrante no sería múltiple sino /ɾ/; yamor paterno, en el que a la vibrante la sigue un elemento [+ consonántico], y en consecuencia la vibrante sí sería múltiple aquí, /r/. En cualquier caso, la vibrante simple, /ɾ/ y la múltiple, /r/, sólo contrastarían en posiciones intervocálicas, ya que en el resto de las posiciones esta distribución está siempre determinada por el contexto fonológico.

Por otra parte, en lo tocante a los estudios fonéticos sobre el euskera, se establece que la oposición entre /ɾ/ y /r/, vibrantes simple y múltiple respectivamente, es muy similar a la del castellano. La oposición entre simple y múltiple ha existido y es bastante frecuente en todos los dialectos del euskera, incluyendo el vizcaíno (Mitxelena, 1957). Ejemplos de este contraste son los sustantivos aro [ɑ’.ɾo], ‘época’ o ‘era’, y arro [ɑ’.ro], ‘cuenca del río’. Ciertamente, en algunos dialectos del País Vasco Continental, esta distinción ha desaparecido, ya que el fonema /ɾ/ tiene además una variante fricativa sorda (Mitxelena, 1976).

En cuanto a la articulación de la vibrante simple /ɾ/, homóloga en castellano, ésta es también ápico-alveolar y consta igualmente de un único y breve contacto entre la lengua y los alvéolos (Hammond, 2001). Ortográficamente este sonido es representado como < r >, siempre que aparezca dentro de contextos intervocálicos o al final de palabra, que es donde este fonema puede tener lugar. El resto de rasgos generales señalados anteriormente para el fonema /ɾ/ en castellano sirven para el del euskera también, ya que se trata de la misma estructura fonológica.

Lo mismo ocurre con la vibrante múltiple, /r/, que también es ápico-alveolar, sonora, estando también la única diferencia con la vibrante simple en el número de vibraciones que se necesitan para su realización. En este caso, como sucede en castellano, también debería constar de tres contactos seguidos. Este sonido suele representarse como < rr > en posición intervocálica, y < r > cuando se encuentra a principio de palabra.

En castellano, cuando aparece el grafema < r > en contextos no iniciales de palabra ni iniciales de sílaba después de las sonorantes /l/ o /n/, la pronunciación es vibrante simple. Sin embargo, para el euskera esta pronunciación ha sido puesta en duda en ocasiones, ya que en algunos contextos la representación típica de vibrante simple < r > puede ser pronunciada como múltiple en bastantes dialectos vascos. Esto suele suceder en posición preconsonántica, arto [ɑrto], ‘maíz’, y también en postconsonántica,andre [ɑn̪dre], ‘señora’ (Hualde, 1991).

En cuanto a su distribución, la vibrante simple en euskera sigue unas pautas similares a las del castellano, pues ésta tampoco aparece en posición inicial de palabra en ningún caso. Por esta razón, la oposición entre vibrante y múltiple solamente tiene lugar en contextos intervocálicos. Como se explica a continuación, este contraste tampoco ocurre en posición final de sílaba, esto es, ni ante sonidos consonánticos ni en posición final de palabra.

En el caso de la vibrante múltiple del dialecto vizcaíno del euskera, al igual que en el resto de dialectos, incluyendo el euskera batúa, y a diferencia del castellano, no se encuentra en posición inicial de palabra. En el caso de algunos préstamos en los que el fonema inicial de palabra era la vibrante múltiple en el original, para su acomodamiento al sistema fonológico vasco, una vocal protética ha surgido en posición inicial, precediendo a la vibrante, que ya no ocupa la posición inicial de palabra. Este proceso es apreciable en el euskera batúa en préstamos de otros idiomas, como es caso del prefijo latino re–5 [re] que ha pasado al euskera como erre– [ere] o arra– [ɑrɑ] (Segura y Etxebarria, 1996).

Otros ejemplos relevantes son el caso de ropa en castellano, que mediante la adición de la vocal epentética [ɑ], ha pasado a ser “arropa”, [ɑropɑ]. Esta vocal epentética no siempre ha sido [ɑ]. También ha sido [e] en otros casos, como en “reloj” en castellano, que llegó como “erlojua” [eɾloxwɑ] en euskera.6 En otros casos, la vocal ha sido [i]. También se observa este proceso fonológico en el euskera vizcaíno, que si bien en muchas ocasiones coincide con el que se da en el euskera batúa, la vocal epentética no siempre coincide en ambos dialectos. Así, para palabras como ropa en castellano, la vocal epentética ha sido [e] en lugar de [ɑ] en este dialecto del euskera, transformando la palabra original hasta erropie [eropye].

Siempre hay excepciones a la regla, por ejemplo, algunas voces en las que la vibrante múltiple se encuentra en posición inicial de palabra, lo que corresponde básicamente a préstamos que no han sufrido este proceso de asimilación mediante la adición de ningún tipo de vocal epentética. Un ejemplo bastante común en el que no se ha dado este proceso es el caso del préstamo latino radius (‘radio’ en castellano) que ha sido asimilado a “radixoa” [rɑδiʒoɑ],7 en euskera vizcaíno. En el caso de este ejemplo, hay una diferencia con la transformación que ha sufrido en el euskera batúa, ya que este préstamo ha pasado en el dialecto académico a “irratia”, siendo el fonema [i], la vocal epentética en este caso.8

Ésta sería básicamente la única diferencia significativa con el castellano en cuanto a su distribución, pues en ambos puede ocurrir en posición inicial de sílaba, que, de hecho, es la única posición en la que se da la distinción simple/múltiple. Además, en ninguno de los dos idiomas es común que se dé la vibrante múltiple en posición final de sílaba, ni obviamente a final de palabra.

En cuanto a la vibrante precedida de oclusiva, es raro que en un estadio antiguo del euskera se admitieran combinaciones consonánticas de este tipo, ya que debían estar muy estrictamente limitadas. En préstamos latinos9 cuya estructura era la de una oclusiva seguida de una líquida (en la mayoría de los casos la vibrante, [ɾ]), la tendencia fue a darse un proceso de anaptixis, mediante la adición de una vocal epentética entre ambos fonemas consonánticos (Segura y Etxebarria, 1996). Esta vocal epentética solía coincidir con la vocal siguiente. Este proceso se puede observar en ejemplos tan comunes como los siguientes:

granum (lat.) > garaun (vizc.), garau (eusk.) ‘grano (cereal)’10

[ɡɾɑnum] [ɡɑɾɑun] [ɡɑɾɑu]

librum (lat.) > liburu (vizc. y eusk.) ‘libro’

[libɾum] [libuɾu]

Esta teoría coincide con el proceso en préstamos latinos (Mitxelena, 1957). En los casos en los que la líquida era la lateral [l], la tendencia fue la desaparición de la oclusiva original latina en su llegada al euskera (Mitxelena, 1957; Segura y Etxebarria, 1996):

clarum (lat.) > laru (eusk.) ‘amarillo pálido’

[klɑɾum] [lɑɾu]

ecclesian (lat.) > eliza (eusk.) ‘iglesia’

[eklesiɑn] [elisɑ]

Mitxelena (1957) añade que ninguno de ambos procedimientos, ni la elisión de oclusiva ante lateral ni la vocal anaptíptica entre las consonantes, se ha aplicado radicalmente. Esto explica por qué el número de grupos de este tipo es cada vez mayor en el vasco histórico.

Actualmente, se puede encontrar algunas voces con esta estructura consonántica en los diccionarios de euskera. No obstante, esta selección es relativamente escasa. En el diccionario euskera-castellano Hiru mila (1996), 78 palabras comienzan por la secuencia /br-/ en la sección de euskera, en su mayoría neologismos que han pasado como tal, en comparación con las 137 de la sección de castellano (431 en el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, 2001. DRAE, de aquí en adelante). Algo similar sucede con el grupo inicial de oclusiva velar sonora seguida de vibrante, /gr-/, 97 en euskera en comparación con 166 en castellano (81 en el DRAE); aunque esta tendencia no se cumple con la dental sonora, /dr-/, ya que las 54 que encontramos en euskera casi doblan a las 26 que se encuentran en castellano (470 en el DRAE). Una tendencia similar ocurre con los otros tres grupos de oclusivas sordas seguidas de vibrante y vocal en posición inicial, exceptuando algún prefijo como el latino /prae-/, que evolucionó a la misma forma, pre– al euskera y al castellano.

Por último, en lo que respecta a algunas particularidades en la pronunciación de las vibrantes vascas, la vibrante simple tiene lugar en posición implosiva tanto en euskera como en castellano. Sin embargo, resulta interesante que Mitxelena (1976) proporcione fuentes que sugieran que en diversos dialectos del euskera pudo haberse pronunciado la vibrante múltiple en posiciones finales de sílaba y de palabra. Esta pronunciación puede ocurrir principalmente en contextos finales, esto es, ante pausa o entre otra palabra que comience por consonante (Mitxelena, 1976). El vizcaíno Madariaga escribía en 1565 sobre su dialecto de euskera, “[u]na sola R, al fin de dicción tiene fuerza de doblada r, uguer, nadar; eder, hermoso; laster, presto” (Mitxelena, 1976). De esta manera, en Pronunciación Guipuzcoana Navarro Tomás deja por escrito sus impresiones en torno a este tema y expresa que “la r final resulta generalmente vibrante con 2 ó 3 vibraciones. En lenguaje rápido se reduce a una. El número depende de la fuerza o énfasis” (631)
 
METODOLOGÍA
 

Esta sección expone los principales puntos de la metodología, esto es, por un lado, se explica el perfil de los participantes, sus competencias lingüísticas, el origen, edad y sexo; por otro lado, se explican qué instrumentos se emplearon en la recogida de datos.
 
PARTICIPANTES
 

Para este estudio, se ha tomado un total de 24 muestras del habla de participantes representativos de dos grupos lingüísticos diferentes, ambos de la provincia de Vizcaya, en España. Cada participante fue grabado hablando y leyendo un listado de palabras. Se seleccionaron amigos y conocidos del investigador. El contenido de cada una de las muestras así como el modo llevado a cabo en el proceso se detalla en el siguiente apartado.

Para determinar los conocimientos y el uso lingüístico en cada uno de los participantes, éstos rellenaron un cuestionario de forma individual, del que se formaron dos grupos: Grupo de estudio (Grupo 1) y Grupo de contraste (Grupo 2).

La mayor parte de los hablantes del Grupo 1 tenía conocimientos de otras lenguas, principalmente inglés y, en algún caso, francés. Poco más de la mitad (58%) tenía el castellano o español como lengua materna. Ninguno de los participantes de este grupo era hablante nativo de “euskera vizcaíno”, aunque sí podían hablarlo como una segunda lengua o variante. Los participantes que cumplían estas características fueron clasificados dentro del grupo de contraste o Grupo 2.

En el Grupo de contraste, sólo había dos participantes bilingües nativos, de castellano y euskera batúa ambos. El nivel de inglés de este grupo también estaba en torno al requerido por la educación obligatoria en Vizcaya, similar al de los participantes del grupo de estudio.

Con el fin de lograr una relativa homogeneidad entre todos los participantes en lo que respecta al conocimiento de diferentes idiomas de forma nativa, se trató de conseguir participantes monolingües (o bilingües) en la medida de lo posible. El resultado es que del total de los hablantes en ambos grupos, 12 son monolingües, lo que supone la mitad, y el 50% restante son bilingües nativos. Entre los participantes bilingües nativos, las lenguas que dominaban son, en todos los casos, castellano y euskera (batúa o vizcaíno) y nunca otra diferente. No participó en el estudio ningún hablante nativo de más de dos lenguas.

En cuanto a los criterios de selección según el origen de los participantes del Grupo de Estudio (Grupo 1), una de las condiciones principales fue, por una parte, que el participante hubiese residido en alguna localidad de la comarca vizcaína de Busturialdea desde antes de alcanzar los 10 años de edad al menos. La segunda condición fue que lo hubiese hecho como mínimo durante un periodo de un 80% de su vida.

Otro requisito fundamental tenía relación con su origen familiar. Sus padres o tutores debían pertenecer a la misma zona (comarca) y ser también hablantes nativos de euskera vizcaíno. Todos los participantes de este grupo superaron también esta condición.

En cuanto a la procedencia de los integrantes del Grupo 2, no se dieron requisitos especiales en cuanto a este asunto, con la excepción de que ni los participantes de este grupo ni los padres o tutores de estos pertenecieran a la comarca de Busturialdea. El hecho de que todos estos participantes pertenezcan a Vizcaya obedece a una decisión del investigador, ya que, de esta forma, el estudio se centra en dos grupos de hablantes de la misma provincia, cuyas influencias lingüísticas procedentes del exterior son relativamente similares.

Por último, ni la edad ni el sexo se tuvieron en cuenta a la hora de analizar los resultados obtenidos en este estudio. Sin embargo, durante el proceso de selección de los participantes los efectos de estos dos factores no se descartaron. Por lo tanto, en este respecto, se trató de obtener una cantidad similar de hombres y de mujeres en cada uno de los grupos. Por ello, un requisito fue que la cantidad de cada uno de los dos sexos llegase al menos a un porcentaje del 35% ó 40%. En lo que respecta a la edad de los participantes, se buscó obtener unos promedios no muy desiguales entre uno y otro grupo.

No existió ninguna restricción para los participantes en cuanto a nivel de estudios o estatus socioeconómico, tanto para el Grupo de estudio (Grupo 1) como para el de contraste (Grupo 2). No obstante, no existen grandes diferencias entre los participantes de ambos grupos, ni en el promedio de su nivel de estudios, ni en lo que respecta al nivel socioeconómico.

Todos los participantes pertenecen a la clase media de la provincia de Vizcaya. El nivel de educación varía entre los participantes tanto del Grupo 1 como del Grupo 2, aunque no existen diferencias reveladoras entre ambos grupos. No obstante, todos los participantes habían cursado al menos la educación primaria y, exceptuando a cinco participantes de mayor edad, todos poseían al menos el título de la educación secundaria obligatoria en España (4o ESO11 ). La mitad de los participantes del Grupo 1 estaba en posesión de un título universitario o había cursado estudios no-universitarios superiores a la ESO, exactamente el mismo porcentaje que en el Grupo 2.
 
RECOGIDA DE DATOS: HABLA FORMAL VS HABLA ESPONTÁNEA
 

Para recogida de datos se consideraron el “habla formal” y “habla espontánea” –procesos que se detallan a continuación. Por una parte, para el habla formal se pidió al participante que leyera un listado de palabras, compuesto por 30 términos bisilábicos. Diez palabras que comienzan por la secuencia consonántica de oclusiva bilabial sonora seguida de vibrante, /br/; diez que comienzan por la oclusiva dental sonora seguida por vibrante, /dr/; y otras diez palabras comenzadas por la secuencia de oclusiva velar sonora más vibrante, /gr/.

La mayor parte de las palabras se obtuvieron del DRAE (2001) y de éstas prácticamente todas gozan de dos o más acepciones. Un requisito fundamental era que las palabras seleccionadas no contuvieran ningún tipo de diptongo ni en general cualquier otra clase de sonidos vocálicos seguidos. La estructura deseada era /br, dr, gr/ + /a, e, i, o, u/ + cvc, siendo opcional la última consonante. Otro dato importante es que se trató de incluir palabras cuya consonante siguiente a la sílaba a analizar fuera oclusiva y sonora en la medida de lo posible. El objetivo principal que aquí se persigue es que se produzca una obstrucción del aire entre sílaba y sílaba. Con esto, junto con la ausencia de diptongos, se consigue que la longitud de la silaba analizada sea similar en todas las palabras que componen la lista y que solamente se vea influida por la duración de la vocal que sigue al grupo consonántico inicial.

En lo relativo a la familiaridad de los hablantes con las palabras, en la medida posible se trató de seleccionar palabras propias del habla cotidiana. Por último, la categoría que más abunda entre las palabras de la lista es el sustantivo, con un total de quince, lo que supone exactamente la mitad, seguido del verbo (ocho), cuatro adjetivos y las cuatro palabras inexistentes.

De los 24 participantes, no pudo llevarse a cabo esta parte de la grabación con dos de ellos (ambos del Grupo de Contraste, Grupo 2) por diversas razones. En estos dos casos el estudio se limita a la parte de habla espontánea en la sección que sigue.

Por otra parte, además de la grabación de la lectura de las 30 palabras, la mitad de los participantes de cada grupo mantuvo una conversación con el investigador, grabada y con una duración aproximada de 30-40 minutos, lo que representa el habla espontánea. Se tomó la opción de esta segunda parte en la recogida de datos con el propósito de obtener secuencias de /br/, /dr/ y /gr/ lo menos afectadas posibles y tratar de comparar las diferencias, en caso de existir, con las grabaciones de las lecturas –considerada como un habla más afectada. Esta segunda parte del análisis de las grabaciones no trató sobre ningún tema en concreto y se realizó en todos los casos a modo de entrevista abierta con el investigador, quien disponía de una serie de preguntas generales con el fin de animar a la interacción con el participante.

Durante esta parte, en ningún momento se instó de forma alguna a los participantes que produjeran secuencias de oclusiva sonora seguida de vibrante, sino que se pretendió mantener una conversación lo más natural posible. Debido a este carácter de habla espontánea, donde el entrevistador trató de influir lo menos posible en la producción de los participantes, no se consiguieron todas las secuencias deseadas en todos los casos. Por esta y otras razones, se tendrá en cuenta la pronunciación tras oclusiva sorda, /p, t, k/ con el fin de obtener una cantidad sustancial de datos de la que poder extraer conclusiones.

 
 
HIPÓTESIS
 

En cuanto a las previsiones antes de obtener los resultados, se pronosticaban bastantes probabilidades de obtener variantes múltiples para la vibrante dentro del grupo de estudio. La previsión era que para los participantes del Grupo 1 se diese una cierta interferencia de la pronunciación de su euskera en las grabaciones en castellano. No obstante, podía ser que estas variantes múltiples no se diesen en el habla de algunos de los participantes o que la vibrante constase de no más de dos vibraciones, como afirmaba Navarro Tomás (1967) que tendía a ocurrir en el vasco de Guipúzcoa.

Otro factor que puede resultar de gran importancia es el estilo del habla. Por una parte, se podría prever que generalmente la pronunciación múltiple fuese más común dentro del habla informal, ya que durante el habla formal, los participantes tratan de adaptarse a una variante más cercana a la académica en gran medida. Por el contrario, siguiendo las observaciones que hacía Navarro Tomás (1967), este proceso podría ser el opuesto, ya que en el lenguaje rápido se reduce a una.

En resumen, en cuanto a la influencia del grado de formalidad del habla en la intensidad y el número de contactos de la vibrante, tenemos dos teorías que se oponen. Por un lado, se encuentra la de Navarro Tomás (1967) que considera que el número de vibraciones depende de la fuerza o énfasis; y, por otro lado, lo que habitualmente la experiencia de estudios previos de índole similar ha venido demostrando que es que este tipo de particularidades dialectales no suelen tener lugar en el habla afectada tanto como en el habla espontánea o rápida, que tiende a alejarse más de la variedad académica.

Las hipótesis de las que se partía antes de llevar a cabo el análisis de los datos eran las siguientes:

1. Un porcentaje relativamente amplio de alófonos múltiples entre los participantes del grupo de estudio, y escasa o casi nula entre los participantes del grupo de contraste.

2. Un porcentaje menor de múltiples en el habla afectada, lo que se opondría totalmente a la teoría que planteó Navarro Tomás (1967); según este lingüista, hay más probabilidades de que la vibrante múltiple se encuentre en sílaba tónica que en átona, teoría que no se descarta aquí.

3. El mayor énfasis en la pronunciación de la vibrante en posición tónica, tal vez conlleve un porcentaje superior de variantes múltiples en esta posición que en átona.
 
RESULTADOS E INTERPRETACIÓN
 

Aquí se comentan los resultados obtenidos en las grabaciones. Por una parte, se analizan los resultados generales de todos los participantes para la parte de habla formal; por otra parte, se centra en el tipo de pronunciación de la vibrante en las grabaciones correspondientes al tipo de habla espontánea; finalmente, se contrastan los resultados del habla formal y el habla espontánea.
 
HABLA FORMAL
 

Una vez escuchadas y analizadas todas las grabaciones del habla formal en ambos grupos, se puede concluir que las realizaciones múltiples son bastante más comunes entre el Grupo 1 que en el Grupo 2. La Tabla 1 ilustra el número de pronunciaciones múltiples en cada uno de los hablantes. Las dos columnas de la izquierda son datos sobre los participantes del Grupo 1 (nativos de euskera vizcaíno), mientras que las de la derecha hacen referencia a los resultados del Grupo 2. La primera columna de cada uno de los grupos corresponde al número que se le asignó a cada participante, seguido del número de vibrantes múltiples con su respectivo porcentaje, en las columnas de la derecha. En la parte inferior de la tabla, la última fila muestra los resultados generales para cada uno de los grupos. La primera cifra de las columnas de la derecha de cada grupo corresponde a la cantidad de vibrantes múltiples que se han producido en cada caso. La siguiente cifra corresponde al total de los casos en los que se estudiaba el tipo de vibrante. La diferencia entre el número de múltiples y el total corresponde al número de realizaciones simples. Esta tabla incluye la cantidad de las realizaciones consideradas como otra, entre paréntesis y sólo para los participantes en cuya grabación se encuentra este tipo de pronunciación de la vibrante al menos una vez. Para una rápida interpretación y una clara conceptualización de los resultados, se puede consultar el Apéndice, donde se muestran, en forma de gráfica, todas las tablas correspondientes a la parte del Habla formal.

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De acuerdo con la Tabla 1, entre los participantes del Grupo 1 un promedio de casi una de cada tres vibrantes simples se ha articulado como múltiple. Este tipo de pronunciación era de esperar para este grupo, y aunque no se pronosticaba ningún porcentaje, tal vez las previsiones iniciales se hubiesen podido acercar a lo obtenido, aunque seguramente a la baja. La gran mayoría de los participantes de este grupo ha llegado como mínimo a un porcentaje cercano al 6,7% de vibración múltiple.

La excepción está en dos participantes (4 y 5), cuya pronunciación fue siempre simple. Esta diferencia en la pronunciación con el resto de participantes de este mismo grupo (Grupo 1) puede deberse a diversos factores: el nivel de educación del Participante 4 (que se halla realizando estudios avanzados de posgrado y pasa gran parte de su tiempo en la ciudad, fuera de Busturialdea) puede haber influido en un tipo de pronunciación bastante inclinado hacia una variante más académica. El participante 5, universitario, se mostraba un poco reticente al principio a la hora de ser grabado, tal vez eso pudiera haber influido en que tratara de pronunciar de una forma lo más “correcta” posible. Ninguno de ellos dos mostró dificultades a la hora de pronunciar la vibrante múltiple, ya que durante la parte de habla espontánea ambos la pronunciaron perfectamente las veces que la conversación lo requería.

En algunos casos, se observó una /ɾ/ más fuerte, pero que no llega a ser múltiple. La única diferencia con una vibrante simple común es que este tipo de alófonos se pronunció con una intensidad algo mayor de la frecuente. Por esta razón, todas éstas se han incluido dentro del grupo “simple”.

En cuanto al Grupo 2, las articulaciones múltiples no han sido nulas, ya que apenas han supuesto un 2% del total. Además, este bajo porcentaje se ha concentrado en tres de los 12 participantes de este grupo, que representan tan solo una cuarta parte. Al comparar este bajo porcentaje con el 80% de los participantes del Grupo 1 que pronunciaron alguna vez la vibrante como múltiple, se empiezan a notar ciertas diferencias entre ambos grupos en la distribución de este alófono múltiple de la vibrante. Esta diferencia entre ambos grupos se observa claramente en el porcentaje total de cada uno de ellos. En el caso del Grupo de Estudio (Grupo 1), el porcentaje de vibración múltiple está en torno al 31,3%, superior en casi un 30% al Grupo de Contraste (Grupo 2), cuyo porcentaje es casi nulo (1,69%).
 
HABLA ESPONTÁNEA
 

La Tabla 2 muestra todas las secuencias obtenidas en las grabaciones correspondientes a la parte del habla espontánea de cada uno de los dos grupos. El propósito principal de esta parte del estudio es contrastar e indicar posibles diferencias entre el habla formal y el habla espontánea en torno a la pronunciación de la vibrante. Por ello, con el fin de obtener una cantidad significativa de casos posibles, en esta parte no solamente se han tenido en cuenta secuencias iniciales de oclusiva seguida de vibrante, sino que además se han tomado en consideración las secuencias que no eran iniciales. Asimismo, y con la misma intención, la sonoridad en la oclusiva tampoco fue un criterio de selección en este caso.

En la Tabla 2, las dos columnas de la izquierda corresponden a datos de los participantes del Grupo 1 (euskera vizcaíno), mientras que las dos de la derecha a hablantes del Grupo 2 (castellano). En este caso también, la fila inferior muestra los porcentajes totales de ambos grupos. La diferencia principal con la Tabla 1 es que aquí la cantidad de contextos en que la vibrante múltiple puede tener lugar, varía de un participante a otro, mientras que en la parte del habla espontánea esta cantidad era la misma (o muy similar, en algunos casos).

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El dato más llamativo de la Tabla 2 es el bajo porcentaje de vibración múltiple que se ha obtenido para los participantes del primer grupo. En comparación con el resultado obtenido entre estos participantes en las grabaciones del listado de palabras que alcanzó un porcentaje de un 31,33%; el 5,13% obtenido aquí apenas llega a suponer una sexta parte. Todos los participantes de este grupo, con la excepción de uno, pronunciaron al menos una vez una vibrante múltiple en alguno de los contextos estudiados. Solamente el Participante 4 obtuvo un 0% de realización múltiple, igual que en su parte de habla formal. No obstante, en la grabación del Participante 5, que también había tenido un porcentaje cero en la parte de habla formal, se encontró un caso de vibración múltiple, lo cual no resulta demasiado relevante, ya que apenas supone un 1,45%. Sin embargo, esta diferencia no es comparable a la caída en picado de los porcentajes de algunos participantes (1 y 2).

Los resultados del segundo grupo son algo mayores que los que se obtuvieron en la parte del habla formal (2,43% en el habla espontánea, 1,69% en el habla formal). No obstante, siguen siendo bajos, y, aunque esta vez no tanto, inferiores a los del Grupo 1. Solamente dos de estos participantes, los números 21 y 24, fueron los únicos que realizaron al menos una múltiple, siendo uno de estos participantes, reincidente en la parte del habla formal, con un porcentaje obtenido bastante cercano a éste.

Obviamente, estas últimas grabaciones podrían haber contenido un habla más espontánea si los participantes no hubieran sido informados de que estaban siendo grabados. No hay duda de que la grabadora de voz ejerce un papel un tanto intimidatorio que en algunos participantes resulta bastante apreciable. En consecuencia, puede producirse cierta afección en el estilo del habla de cada uno de ellos que, si bien en algunos casos no resulta del todo determinante, tal vez sí lo suficiente para que, al menos de forma parcial, altere significativamente resultados en procesos de este tipo.

De todos modos, los resultados obtenidos en la parte de habla espontánea entre los participantes del Grupo de Estudio coinciden en parte con la teoría que se ha comentado de Navarro Tomás. La pronunciación de la vibrante como múltiple cuando sigue a una oclusiva es bastante menos frecuente entre estos participantes en el habla coloquial que en un registro de habla más formal. Una de las razones que pudiera explicar esto es la relativa falta de intensidad en la pronunciación del habla espontánea. No obstante, este tipo de realización se ha podido encontrar en casi todos los participantes de este grupo, en ambos tipos de habla, al menos una vez.
 
CONCLUSIONES, LIMITACIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
 

En lo que a las conclusiones se refiere, se ha percibido una clara influencia de la lengua materna (euskera vizcaíno) entre los hablantes bilingües nativos, los del Grupo 1, que ha influido en la pronunciación de la vibrante. Esta influencia no ha podido apreciarse entre todos los participantes de este grupo, aunque sí en la mayoría de ellos.

Otra respuesta a las hipótesis iniciales es que entre algunos de los hablantes del Grupo 2, que no hablan el euskera vizcaíno, la realización múltiple también ha llegado a estar presente, aunque en una medida mucho menor en todos los casos estudiados. Esta presencia de la variante múltiple podría obedecer a diversas formas de contacto entre ambos tipos de hablantes. Estas posibles vías de contacto responderían a diversas razones tales como al pequeño tamaño de la provincia, lo cual facilita enormemente la relación entre participantes de ambos grupos, y en especial a la dependencia de la ciudad de Bilbao que tienen los habitantes de otras zonas de Vizcaya.

En cuanto al estilo del habla, se han obtenido resultados disparejos en las grabaciones correspondientes a los dos diferentes tipos de registro. Las realizaciones múltiples han sido bastante más comunes en la parte de habla formal, esto es, en las lecturas del listado de palabras, que en la parte espontánea. Como apunta Navarro Tomás, la tendencia ha sido que en el lenguaje “rápido” las vibraciones se reduzcan a una (1967). Este fenómeno podría entenderse fácilmente si se tiene en cuenta que en el habla espontánea se tiende a simplificar lo máximo posible lo que se dice y que por lo tanto, en este caso resulte más cómodo para los hablantes pronunciar una vibrante simple en lugar de hacerla múltiple.

Por otra parte, a lo largo de este estudio ha habido una serie de factores que en ocasiones se han pasado por alto, o no se han tenido en cuenta algunas consideraciones que habrían resultado de gran ayuda. Para empezar, la muestra para el Grupo de Estudio (Grupo 1) consta de 10 participantes. Convendría comprobar si estudios con mayor número de ocurrencias coincidirían con los hallazgos aquí obtenidos. Debido a ciertas limitaciones que obedecen a factores tanto temporales como de localización, no pudo alcanzarse un número de participantes mayor. Este hecho ha generado en algunos casos unas grandes diferencias en los porcentajes obtenidos. Aparte de esto, las diferencias de edad entre participantes del mismo grupo (tanto Grupo 1 como Grupo 2) también pueden haber resultado algo problemáticas. Probablemente hubiera resultado mejor haber elegido a participantes con una edad similar (o, al menos, de la misma generación) o dividirlos en grupos atendiendo a su edad.

Del mismo modo, ambos grupos de hablantes, aunque pertenezcan a la misma provincia, están un tanto polarizados. La polarización se observa en la posible ascendencia de los participantes de ambos grupos. Un gran número de inmigrantes que durante el siglo pasado llegó al País Vasco procedentes de Castilla y Galicia principalmente se asentó en lo que hoy se conoce por la Margen Izquierda. Esto nos lleva a especular que entre los participantes del Grupo 2 (de la Margen Izquierda), la mayoría de ellos pertenezca a una segunda o tercera generación de inmigrantes, esto es, no descendientes de vascos. En cambio, la ascendencia de todos los participantes del Grupo de Estudio (Grupo 1) es vasca en todos los casos. Es posible que el entorno familiar haya influido notoriamente en la pronunciación de todos estos hablantes. En el futuro, resultaría bastante útil incluir grupos de participantes descendientes de vascos para descartar la posible influencia de este factor.

En cuanto a los participantes números 4 y 5 (Grupo 1), ayudaría analizarlos detalladamente y contrastarlos más en profundidad con los de su clase. Habría resultado de utilidad, por ejemplo, haber indagado algo más en su entorno familiar u otros posibles factores con el fin de identificar cuál los hace diferentes al resto.

Por último, hay una serie tanto de condiciones como de posibles condicionantes que no han podido cubrirse aquí y que resultarían bastante interesantes de analizar. Podría incluirse otro grupo de participantes pertenecientes a la zona de Busturialdea, la misma que la estudiada aquí para el Grupo 1, pero hablantes monolingües de castellano. Sus resultados podrían compararse con los obtenidos aquí para el Grupo 2 y, de esta forma, comprobar en qué grado han sido afectados por el entorno y hasta qué punto este factor es o no significativo.

Un estudio similar acerca de la pronunciación de la vibrante por estos mismos participantes pero en posición final podría generar unos resultados con porcentajes bastante mayores que los obtenidos aquí. Mitxelena (1976) resaltó la pronunciación múltiple de la vibrante en posición final. Además, este fenómeno se ha encontrado en las grabaciones de una gran parte de los hablantes analizados en este estudio y de una forma bastante más común que la vibración múltiple en los diferentes contextos estudiados aquí.

De acuerdo con los resultados obtenidos, sería normal pensar que los hablantes del Grupo de Estudio (Grupo 1) con tendencia a pronunciar la vibrante de forma múltiple, también lo hicieran en euskera. Sin embargo, no se podría afirmar con la misma seguridad que los participantes de este grupo que han pronunciado estas vibrantes como simples hicieran lo mismo cuando están hablando en euskera. Estaría bien comprobar si esto se cumpliría y en qué medida para próximos estudios.

Finalmente, en cuanto a la metodología empleada aquí, se han encontrado algunas partes a mejorar para estudios futuros similares a éste. Es el caso de las grabaciones, esto es, no estaría de más grabar a los participantes leyendo el listado de palabras una vez más, así como facilitarles un texto que incluyeran vocablos de interés para que lo leyeran y así poder contrastar la diferencia con la lectura de palabras aisladas. De esta manera, se podría comprender hasta qué punto su pronunciación múltiple podría variar de forma aparentemente aleatoria.

Apéndice: Gráficos

<img ”’alt”’=”Figura A1: Gráfico Tabla 1: Resultados generales Grupo 1 (nativos de euskera vizcaíno) P1 corresponde al promedio del Grupo 1″ src=”http://ojs.gc.cuny.edu/index.php/lljournal/article/downloadSuppFile/568/256.jpg” <=”” td=””>

 
 
Notas
 

1Como reconocimientos, ante todo quisiera agradecer a los participantes de esta investigación por la disponibilidad y el tiempo dedicados. Sin su participación, difícilmente se habría conseguido realizar este estudio. Además de los comentarios proporcionados por los revisores anónimos, me gustaría dar las gracias a Jon Franco y Robert M. Hammond por sus valiosas sugerencias en el proceso de este trabajo. Cualquier error que pueda aparecer en este artículo es, por supuesto, enteramente responsabilidad mía. Correo electrónico: jamervil@alumno.upo.es.

2Aun siendo consciente de que la diferenciación entre los términos “castellano” y “español” ha sido ampliamente señalada en estudios de políticas lingüísticas, aquí no se considera pertinente hacer tal distinción, empleándose, por consiguiente, ambos vocablos indistintamente.

3Términos que sólo se diferencian por uno de sus elementos (Navarro Tomás, 1966).

4Se emplea el adjetivo “académico”, para hacer referencia a lo que tradicionalmente se ha definido como “español estándar”.

5“Significa repetición, movimiento hacia atrás, intensificación, oposición o resistencia” (DRAE).

6Pudiera ser que el caso de erlojua haya llegado al vasco a través del francés horloge, lo que descartaría la vocal epentética, implicando un proceso de adaptación algo diferente. Lo cierto es que no sólo en francés la vibrante no es el sonido inicial en esta palabra, sino a su vez en otras lenguas romances, y también en griego oorologion “ωρολογιον”, del cual parece que evolucionó al castellano.

7Algunos de estos ejemplos y sus transcripciones fonéticas han sido tomados de, Hualde, 1991, p.54.

8Según apunta Segura y Etxebarria (1996), la vocal protética tiende a ser < e >, encontrándose < a > ante < ra > y < ro >, mientras que los casos de < i >, y más aún < u >, como vocales protéticas son raros, y se deben a asimilación.

9El euskera ha sido un idioma altamente influenciado por el latín. Este contacto entre latín y euskera continúa hoy día a través de las lenguas romances vecinas.

10lat.=latín, vizc.= euskera vizcaíno, eusk.= euskera batúa, cast.= castellano.

11“Educación Secundaria Obligatoria”, que en circunstancias normales sin repetir ningún curso se termina en el mismo año que se cumplen los 17.
 
 
Bibliografía
 

Diccionario de la Real Academia Española. Pozuelo de Alarcón, Madrid: Editorial Espasa Calpe, S.A. 2001.

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Segura Murguía, Santiago y Etxebarria Ayesta, Juan Manuel. Del latín al euskara – Latinetik euskarara. Bilbao: Publicaciones de la Universidad de Deusto. 1996.
 
 

<img ”’alt”’=”Figura A2: Gráfico Tabla 1: Resultados generales Grupo 2 P2 corresponde al promedio del Grupo 2″ src=”http://ojs.gc.cuny.edu/index.php/lljournal/article/downloadSuppFile/568/257.jpg” <=”” td=””>

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