“Tramas, libros, nombres. Para entender la literatura española, 1944-2000”

Mainer, José-Carlos. Tramas, Libros y Nombres. Para Entender la Literatura Española, 1944-2000. Barcelona: Anagrama, 2005. 347 páginas.
 
Francisco Montero Rastrero
IES La Roda (Sevilla)
 
 
El catedrático José-Carlos Mainer, que se define a sí mismo como “un analítico con la manía de la síntesis”, nos tiene acostumbrados a la publicación de obras de historia literaria que se presentan como indispensables para entender o interpretar un determinado período histórico de nuestra literatura. Así ocurrió con La Edad de Plata, subtitulado “Ensayo de interpretación de un proceso cultural” o con De Postguerra (1951-1990), en el que estudia los títulos considerados por él como canónicos de este período. Recientemente ha publicado Tramas, libros, nombres, un conjunto de ensayos que repasa la evolución de las letras españolas durante el franquismo y la transición, y que lleva el pretencioso subtítulo de “Para entender la literatura española, 1944-2000”. Se trata de la recopilación de una docena de artículos aparecidos en diferentes publicaciones en los últimos diez años, estando la originalidad del libro en la agrupación de los mismos en tres modos de denominar la práctica de la historia de la literatura: las tramas, los libros y los nombres.Fueron los formalistas rusos los que diferenciaron en un relato la fábula, es decir, la reconstitución de las secuencias en orden cronológico, y la trama, que es el relato tal como nos lo presenta el escritor, en palabras de Tomachevski la “distribución en construcción estética de los acontecimientos de la obra”. Siendo éste el significado  del concepto trama, creo que Mainer no lo utiliza correctamente cuando agrupa los cuatro primeros ensayos bajo el título “Tramas”. En ellos estudia la encrucijada de la literatura española de posguerra en dos años cruciales, 1944 y 1952, la imagen última de Franco en el otoño del miedo de 1975 o las hipotecas de la memoria en el fin de siglo.  Lo que el crítico zaragozano analiza es el denominador común de una serie de obras, es decir, el tema central o núcleo genético a partir del cual se organizan algunos libros aparecidos en estos años. De esta manera, en las obras literarias surgidas en 1944, Mainer considera que lo que une a libros como Hijos de la ira, Sombra del paraíso o Pabellón de reposo es “el recuerdo de la amargura y de la aspiración a un mundo distinto”. El segundo ensayo, centrado sobre todo en la producción poética del año 1952, el crítico observa cómo en este año se “había producido un cansancio de la maestría y un regreso al balbuceo que busca la palabra, la humana palabra”, lo que hizo que los poetas hablaran del realismo como horizonte estético, de la vuelta de la poesía comprometida y del repudio del formalismo clásico. Estamos por tanto ante autores que adoptan una estética  y un núcleo temático comunes, y no ante tramas, que son las que individualizan a cada obra haciéndola única aunque comparta con otras una misma estética. El propio José-Carlos Mainer lo corrobora cuando afirma que los historiadores de la literatura “creemos que los acontecimientos dictan de algún modo las palabras, las imágenes, las opciones de género y tono de los libros”.

“En el otoño del miedo”, estudia la aparición de la imagen última de Franco como personaje de ficción  a través de la literatura y del cine. Para el estudio del dictador el autor analiza textos y películas de entre otros, Juan Goytisolo, Carlos Sahagún y  José Ángel Valente, —quien cita el verso en el que habla del dictador como el padre invertido que “nos desengendraba”—, que junto con Saura, Erice y Borau fijan la imagen de la decadencia de Franco a través del cine, la poesía o la novela. Según ha afirmado para una entrevista reciente, en este ensayo habla “ de textos que son ajustes de cuentas. Literariamente hay dos cosas fundamentales: la identificación con el padre (y la violenta ruptura edípica) y la necesidad de venganza. Es el hombre que detiene el tiempo. Como personaje de ficción Franco es plano, alguien lleno de complejos que trata de resolverlos mediante la autoridad y el orden: “en sí mismo, en su casa y en el país”. En relación con este ensayo se encuentra el siguiente, dedicado a las hipotecas de la memoria en el fin de siglo, donde habla del “peso de la memoria” en una serie de obras, como Mazurca para dos muertos, Herrumbrosas lanzas o Beatus Ille, que dialogan con un pasado funesto del que parece difícil desprenderse. Nos encontramos otra vez ante un tema nuclear o común que impregna a un gran número de obras cada una con su propio y original entramado.

En las dos siguientes partes, “Libros” y “Nombres”, afloran los gustos literarios de Mainer. En ellas estudia títulos y autores significativos de la segunda mitad del siglo XX de un modo original y sugerente. Libros como Los bravos y El Jarama, en una lectura conjunta y nueva sobre dos formas de mirar y de decir en los años cincuenta. Tres novelas de la transición como exponentes de la literatura de la identidad y el desencanto. Novelas que, como Visión del ahogado, han ido creciendo en importancia según pasaba el tiempo. La razón desesperada en el ensayo de Sánchez Ferlosio Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, o la novela a noticia ejemplificada en obras de Muñoz Molina, Javier Marías y Javier Cercas. Nombres de novelistas como Álvaro Pombo, Millás y Martínez de Pisón o de poetas como Sarrión, Carnero y Juaristi, son algunos de los autores sobre los que indaga con el ánimo de elevarlos a la categoría de indispensables.

El propósito de Mainer al reunir estos ensayos es quizás proponer su particular canon de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, lo que no deja de ser su visión personal. Sobre todo cuando estudia la producción poética de estos años, siendo muy importantes las ausencias, que no viene a cuento enumerarlas para que no parezca que queremos establecer nuestro propio canon. Con las referencias que Mainer nos da, un lector interesado no entenderá o tendrá un conocimiento muy parcial sobre la creación poética en la segunda mitad del siglo XX. No se trata de cuestionar el valor de los autores y obras analizados, sino de afirmar la perspectiva subjetiva que adopta el autor a la hora de interpretar la producción literaria de este período, aunque también es cierto que este libro abre horizontes amplios a un lector atento. 
 

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