The Graduate Center, CUNY
El novelista, al presentarnos su obra, invita al lector a embarcarse en un periplo mediante el cual lo transportará imaginariamente por situaciones y mundos desconocidos. Se cree que el relato mismo, con su increíble fuerza enajenante, es el único instrumento capaz de dirigirnos a través de esta aventura. Sin embargo, no es simplemente la historia tejida y destejida ante nuestros ojos la que por sí sola nos dirige en este viaje, sino son los diferentes elementos y fuentes de los cuales ésta se nutre los que, en conjunto, crean ese remolino arrollador que llamamos ficción. El escritor en su ejercicio creativo conjura sus instintos, fobias, gustos, inhibiciones, miedos y tabúes arraigados en su subconsciente y los expone en su creación literaria, quizás controlado por el deseo subconsciente de deshacerse de ellos o simplemente empujado por la necesidad de darles sentido y entenderlos cabalmente. De una manera análoga, los diferentes pueblos han intentado plasmar en mitos aquellas experiencias incomprensibles de su realidad (Corvalán 33). Entonces, el creador de ficciones bien se nutre de los mitos ya existentes en su afán de transportar al lector en un viaje literario, o se convierte simplemente en un hacedor de mitos.
Miguel Ángel Asturias (1899-1974) publica, en 1949 una de sus novelas más destacadas y complejas, Hombres de maíz. En esta obra Asturias sitúa su ficción en un pueblo guatemalteco y se nutre del mundo indígena maya para armarla; el escritor guatemalteco no solamente sabe rescatar elementos claves de la mitología de esta parte de Mesoamérica, sino, quizás en un ejercicio personal de explicación, crea una novela mito. No colocamos este adjetivo de manera arbitraria porque, como intentaré explicar en este ensayo, éste resulta de la compleja, fascinante y a veces inexplicable forma creada. El presente estudio tiene como objetivo: 1) establecer y explicar cómo el autor logra recrear la cosmovisión mítica indígena y compararla con concepciones primitivas del mundo provenientes de otras partes del globo y 2) exponer, en particular, cómo utiliza un elemento que encontramos en muchas mitologías, el sacrificio, como uno de los pilares en la construcción de su narración.
La estructura de la novela y sus patrones mitológicos
En su ensayo “La estructura de los mitos”, Claude Lévi-Strauss propone lo siguiente: los mitos poseen una característica diacrónica ya que en una cultura cualquiera estos se nos presentan como historias sueltas, aparentemente desconectadas una de las otras, y esto es porque existen, entre las apariciones de los mismos, intervalos temporales. Además, es también característico de los mitos que “todo puede suceder y pare[ce] que la sucesión de acontecimientos no está subordinada a ninguna regla de lógica o de continuidad” (Lévi-Strauss 230-1). Algunos estudiosos de la obra de Asturias afirman queHombres de maíz carece completamente de estructura. Por ejemplo, Seymour Menton opina que la novela no posee protagonistas; para este crítico las seis partes carecen de un eje narrativo vinculante (102). A simple vista esta afirmación parece ser cierta, ya que las partes en que se divide la novela podrían considerarse como seis cuentos diferentes recolectados, como opina Antonio Galaos, a través de un único eje conductor, el cual se basa en aspectos geográficos y étnicos (350). Una primera lectura del texto parece confirmar estas aseveraciones. Sin embargo, subsecuentes lecturas no dejan de deslumbrar al lector, primero, con el directo palimpsesto de los mitos descritos en libros como el Popol Wuj y Chilán Balam; es decir, estos escritos mitológicos nos proveen con “los planos necesarios para entender las unidades de su construcción estructural dentro y más allá de los confines de la misma novela” (Prieto 26).1 Y, segundo, con las similitudes que se pueden encontrar con la construcción de concepciones e interpretaciones de la realidad en otras culturas. Además, el principio unificador, como opina Prieto, recae en su temática y no depende de la evolución de sus personajes ni de un desarrollo cronológico, sino en tres elementos polivalentes: fuego, agua y maíz (35). Maíz, como el pilar principal empleado por el autor para comenzar su historia; agua, como elemento fertilizante; y fuego, como representante del elemento renovador y sacrificante. En contraste a las lecturas de Menton y Galaos, como estamos comenzando a analizar, sí existen elementos que evidencian una estructura, quizás diferente a la que estamos acostumbrados, pero cuya presencia es innegable. Nos queda entonces aceptar la opinión de Giuseppe Bellini, quien afirma que “si nos obstinamos a considerar a Hombres de maíz bajo los esquemas tradicionales de la novela”, ésta carecería de una unidad y estructura (69); consecuentemente, es menester un acercamiento al texto totalmente alejado de una óptica tradicional. Debemos fijarnos en elementos independientes de la mitología de la cual se nutre y cómo su autor intenta recrearla no solamente en la inserción de historias sino en la técnica utilizada para la construcción misma de la trama.
Si nos adentramos, imaginariamente, en el proceso de construcción de la narración misma en Hombres de maíz se observará cómo Asturias intenta reorganizar el mito (o mitos) en función de un sistema referencial temporal, “diacrónico y sincrónico a la vez” (Lévi-Strauss 234). No obstante, en el presente estudio no se intentará un acercamiento estructuralista a la novela; se traen a colación las ideas del antropólogo y lingüista francés para poder entender la diacronía de los diferentes eventos incluídos en la narración de una manera a primera vista desordenada. Asturias comienza su relato de Hombres de maíz con una historia aparentemente sencilla: maiceros ladinos guatemaltecos logran aniquilar a un grupo de indígenas que se oponían a que sus tierras fueran explotadas constantemente para el sembrío del maíz sin respetar los métodos tradicionales, ni entender el significado que para los indígenas mayas tiene la planta del maíz. Podemos entonces afirmar que la intención del escritor es la de presentarnos una dicotomía entre aquellos que sólo se aprovechan del fruto que les da la tierra y los que buscan aprovecharse de la tierra mediante una siembra indiscriminada. También se podría aceptar la idea de que la historia intenta representar la invitación al regreso a lo antiguo, a la esencia del origen indígena, como vía para huir del caos impuesto por la implantación de parámetros occidentales.
Ya desde el título vemos la conexión de la obra con el mundo indígena y la intención del autor de conducirnos a nosotros, lectores acostumbrados a interpretar la realidad de acuerdo a los patrones de una educación occidental, hacia una cosmovisión alejada. La comprensión de la misma fue el principal motivador que nos condujo hacia las fuentes principales de las cuales, proponemos, el escritor se nutrió en la elaboración de su novela. En el libro del Popol Wuj, encontramos la respuesta al por qué del título; asimismo, como veremos a continuación, es en este códice donde hallaremos la principal fuente tanto de los elementos mitológicos empleados por Asturias como del plano estructural de su novela:
Cuatro animales les manifestaron la existencia de las mazorcas de maíz blanco y de maíz amarillo. Estos animales fueron: Yak, el Gato de Monte; Utiw, el coyote 2 Quel, la cotorra y Joy, el Cuervo. En Paxil y Cayalá hallaron el maíz, mucho maíz blanco y amarillo. Incontables eran las anonas, los jocotes, los zapotes, los nances y matasanos. Todo estaba lleno de miel, pataxte y cacao. La abuela Xmucané tomó del maíz blanco y del amarillo e hizo nueve bebidas que entraron de comida de la que salió la carne y la gordura del hombre, y de esta misma comida fueron hechos sus brazos y sus pies. De maíz formaron los Señores Tepew y K’ucumatz a nuestros primeros padres y madres. (104)
División de la novela en segmentos
Hombres de maíz puede resumirse en cinco episodios principales3 sin aparente correlación. 1) El indígena Gaspar Ilóm,4 uno de los “hombres de maíz” para quien el cultivo de la planta continúa siendo un rito, es asesinado por los ladinos5 que buscan incrementar a lo máximo su producción sin considerar el posible daño a la tierra. El asesinato ocurre por envenenamiento. Gaspar, al darse cuenta de su estado, primero traga el agua del río; al percatarse de que sus hombres han sido asesinados, se lanza él mismo al río donde muere ahogado. La íntima relación que Asturias intenta trazar entre la trama de su novela y la historia contada en el Popol Wuj se pone de manifiesto una vez más. En el libro maya dos jóvenes dioses gemelos, también perseguidos por otras divinidades, se lanzan al río y se ahogan. Luego resucitan en el fondo del agua y salen al exterior (Popol Wuj 96). 2) La viuda de Gaspar Ilóm, llamada “La Piojosa grande”, desaparece. Entonces las fuerzas sobrenaturales comienzan su actuación en la narración, y se encargan de vengar la muerte del hombre de maíz. Mueren los ladinos involucrados en el envenenamiento de Ilóm; también mueren sus esposas. 3) Como consecuencia de la muerte de Ilóm, otros personajes masculinos de la obra sufren de esterilidad y el abandono de sus esposas. El primero de ellos es el ciego Goyo Yic, cuya compañera, María Tecún,6 lo abandona sin dar explicaciones. Goyo Yic decide andar por los diferentes pueblos en busca de su mujer y así se convierte en un mendigo nómade. En uno de sus viajes conoce a un curandero que lo opera para devolverle la vista; sin embargo, con la vista restablecida no recuperará a su mujer. Más tarde, acusado de contrabando de alcohol, es arrestado y enviado a una cárcel en la costa. Asturias intenta relacionar la desaparición de las esposas de los indígenas con la infertilidad que sus propias tierras sufrirían si se adoptara el cultivo moderno del maíz. 4) Entre otras de las historias de la novela relacionada con el abandono marital, nos encontramos con la del cartero Nicho Aquino, personaje importante en nuestra discusión del tema del sacrificio tal y como lo entienden los mayas-quiches.7 Por eso cabe mencionar que el nombre del coyote Aquino es, según René Prieto, una castellanización del vocablo maya Ah Kin, nombre igualmente otorgado a los sacerdotes del dios sol o patrono del conocimiento (33). Como se comienza a vislumbrar, Asturias no parece descuidar ni el más mínimo detalle en la construcción de su novela: la cuidadosa elección de los nombres de sus personajes no sólo demuestra su erudición sino su intención de mostrar la universalidad del pensamiento indígena.
La mitología maya-quiché vis-à-vis la europea
Richard Callan expone que la desaparición de la esposa de Nicho equivaldría en la mitología griega a la sufrida por la diosa Perséfone (253). Como Callan lo ha hecho parcialmente, se puede entonces intentar una identificación de los diferentes personajes de la novela y trazar una relación directa de éstos con mitos europeos antiguos. De la misma manera se pueden identificar en Hombres de maíz otros temas de la mitología occidental repetidos en la maya-quiché . Asimismo, opina Richard Callan, con este personaje femenino (Chagüita, la desaparecida esposa de Nicho), Asturias también integra mitos mediterráneos a una narración aparentemente guatemalteca pura. Por ejemplo, en la novela, el nombre del cartero es Dionisio, por lo cual su historia puede estar directamente ligada al mito del dios griego de la fertilidad, del mismo nombre (251-2). Más adelante en la narración, el mismo mago curandero que sanó a Goyo Yic convence a Aquino de quemar un día las correspondencias que debía entregar. Una vez hecho esto, renuncia a su labor como cartero y se dedica a beber alcohol, para luego huir a la costa y permanecer allí. Su autoexilio lo llevará al mismo lugar donde está preso Goyo Yic. En esta parte del relato reaparece la esposa del antiguo ciego, María Tecún. Finalmente, deciden regresar al pueblo juntos, acompañados de su hijo mayor. 5) La novela termina con un epílogo en el cual se vaticina el renacimiento de los hombres de maíz como los descendientes de Goyo Yic y María Tecún.
La división de sus temas
La temática de esta novela no es simple. Según Prieto, incluye el retorno al orden alcanzado por el regreso de los esposos Yic a Pisigüilito;8 el sacrificio y la producción; y la infertilidad y la fertilidad (34). Por su parte, Jones realiza un acercamiento en el que intenta entender la novela desde la perspectiva del mito. Según Jones, la novela trata el tema de la separación del sol y la luna, en la que el hombre representa al sol que está alejado de su mujer, quien, a la vez, representa a la luna/lluvia,9 necesaria para el crecimiento del maíz. Bajo este análisis crítico se puede leer en Hombres de maíz una búsqueda de los hombres por sus mujeres, equivalente a la búsqueda de la tierra por su fertilidad mancillada con el sembrío descontrolado. La reconciliación de los esposos Yic y su regreso al pueblo ponen fin a este problema. Por otra parte, para Corvalán la novela desarrolla el tema de la desintegración de las comunidades rurales guatemaltecas por la llegada del ‘progreso’ (34). Conviene recordar que justamente el “progreso” representado por los maiceros ladinos desintegra la comunidad de Pisigüilito. Sin embargo, otro de los temas centrales es el olvido de lo tradicional por parte de los mismos indígenas: uno de ellos, Tomás Machojón, que “había sido de las indiadas del Gaspar Ilóm” (Hombres de maíz 17), asesinó al cacique. Del mismo modo, podemos interpretar que el ciego Goyo Yic metafóricamente representa este mismo olvido, como nos enteraremos al final de la obra: su mujer lo abandonó “[ya que] si se queda con [él, hubieran] tenido diez hijos más, y no se podía” (Hombres de maíz 276). Es decir, en la procreación irresponsable del ciego Goyo Yic vemos retratada la siembra descontrolada de los maiceros ladinos, entre los cuales, como hemos apuntado, se encontraban algunos indígenas. Después de recuperar la vista y el posterior reencuentro con su mujer, el ciego comienza a advertir las cosas de una manera diferente; es aquí donde podemos empalmar la interpretación de Jones. Durante la confesión de María Tecún a Goyo Yic, ésta le informa que durante su segundo compromiso ella y su nuevo marido no pudieron tener hijos porque “al negado ese le quitaron la facultad de preñar mujer los brujos. Un zahorí me lo dijo. No sé en qué matanza de indios tomó parte, y me lo maldicieron [sic], lo secaron por dentro” (Hombres de maíz 276).
La matanza a la cual se refiere María Tecún es justamente el genocidio que ocurre al principio, cuando los maiceros se apropian de las tierras del pueblo. Por este hecho las fuerzas divinas habían castigado a los ladinos con la esterilidad —uno de ellos el segundo esposo de María Tecún—. Solamente al reencontrarse el sol (el hombre indígena, representado aquí por el ciego Goyo Yic) y la luna/lluvia (o la mujer indígena representada por su compañera), el ciclo de la fertilidad (o la siembra sagrada tradicional del maíz) podrá reiniciarse. Sin embargo, este reencuentro no se realizará fortuitamente. Esto ocurre después de transcurridos varios años durante los cuales: 1) el ciego Goyo Yic ha pasado un proceso de purificación y 2) el cartero/coyote Nicho Aquino ha decidido renunciar a su cargo impuesto de correo. Esto encaja con la explicación histórica de Sigmund Freud:
El sacrificio —el acto sagrado par excellence— originalmente tuvo un significado totalmente diferente al que luego se le proporcionó, el de ofrecer algo a la deidad para obtener su favor. (El uso no religioso de la palabra derivó de este sentido subsidiario de ‘renunciación’). Se puede demostrar que, para empezar, el sacrificio no fue más que un ‘acto de camaradería entre la deidad y sus adoradores’. (133)
Asimismo, se han cumplido ciertos sacrificios, los cuales sólo podemos entender si intentamos leer el texto con la misma óptica mitológica imbricada en su composición.
Como apunta Martin, el sacrificio es otro de los temas centrales de la novela y, además, tradicionalmente éste ha sido parte de la vida comunitaria (377). En Hombres de maíz el auto-sacrificio de Gaspar Ilóm fue necesario para que la concepción del rito de la siembra y el respeto al ciclo del maíz se conservaran. Los consecuentes sacrificios de Tomás Machojón y de su hijo, así como del curandero o venado de las Siete-rozas,10 del Coronel Godoy, de los hermanos Zacatón y por último11 del cartero o Correo-Coyote Aquino, fueron todos necesarios. Es justamente a estos personajes a quienes el alemán Don Deféric y su mujer se refieren en el siguiente diálogo:
–Esos seres se sacrifican para que viva la leyenda […] –Nada importan las víctimas, ¿verdad Fedéric?, con tal de que se alimente el monstruo de la poesía popular […] –Si no diciéndolo dejara la leyenda de exigir sus víctimas, lo callaría, pero es así, Elda, y hay que reconocerlo fríamente, quedaron las leyendas, y éstas, como aquéllos, exigen sacrificios; desaparecieron los cuchillos de obsidiana para arrancar del pecho el corazón al sacrificado, pero quedaron los cuchillos de la ausencia que hiere y enloquece. (186)
Un acercamiento a los personajes
Mediante el personaje del curandero que es asesinado cuando era venado, se introduce en la novela el concepto del nahualismo. Si bien no se menciona en el Popol Wuj, sí constituye una creencia arraigada en la ideología indígena maya; consiste en la idea de que todo ser humano posee un protector en el mundo —la idea es similar al concepto cristiano del ángel de la guarda—, el cual toma forma de un animal o nahual (García 110). En el caso del curandero, su nahual era el venado; posteriormente veremos al cartero cuyo nahual es el coyote. Mediante la yuxtaposición de diferentes realidades Asturias, siguiendo el modelo del Popol Wuj, da vida en su relato a la idea de que estos dos personajes alternaban su existencia entre ser humano y venado o coyote, respectivamente. Visto de otra manera, se puede entender la inclusión por parte de Asturias de un personaje venado, como una simple extensión de un mito universal sobre el origen del maíz. En ciertas culturas europeas centrales y orientales circula el mito de que en el comienzo del mundo se sembraron, a modo de semillas, espolones de patas de ciervo. Lévi-Strauss entiende que la relación entre el venado y la planta es la misma que existe entre la muerte y la vida (246); es decir, para que florezca el maíz ha sido necesaria la muerte del ciervo. Si en Hombres de maíz, entendemos el sacrificio del venado de las Siete-rozas como una muerte necesaria, esto parecería indicar entonces que la mitología maya-quiché refleja los mismos conceptos adoptados por pueblos lejanos.
El segundo personaje es El coyote, el cual aparece constantemente en la mitología americana y es llamado generalmente “el trampero”. Si bien en la novela no se ha encontrado dicha caracterización, la elección del personaje nos indica una vez más que Asturias plasma la continuación de una tradición mitológica no exclusiva de los habitantes mesoamericanos, ya que a pesar de las fronteras geográficas y culturales la mente humana comparte coincidencias. Además, es relevante añadir la explicación de Lévi-Strauss sobre la elección de los pueblos para “quienes la vida agrícola es […] significante”. En sus narraciones mitológicas estos pueblos escogen a personajes como el coyote, catalogado como un animal que, si bien come carroña, nunca mata a sus presas. Dichos seres, en la mitología de estos pueblos, son considerados como mediadores entre los herbívoros y los carnívoros o entre los que no matan para subsistir y aquellos que lo hacen. Si intentáramos aplicar esta concepción a nuestra novela, el Correo-Coyote se transformaría en un mediador entre el pueblo maya quiché o quienes pretenden conservar la forma tradicional del cultivo del maíz y quienes desean matarla al imponer un sembrío desmedido 12
La creación del mito
Debemos primeramente entender que la construcción de la novela reproduce, como escribe Martin, el modo de percepción indígena (“Theme and Structure” 22). Asturias intenta recrear en su novela la realidad tal y como la podría entender una mente indígena maya-quiché, la cual utiliza los mitos como herramientas explicativas en un “intento de entablar diálogo con las fuerzas elementales, superiores a [él] y que, por eso mismo, escapan a su comprensión” (Corvalán 33). Una vez aceptado este axioma, podemos comprender que Asturias, en Hombres de maíz, narra cómo la leyenda de Gaspar Ilóm, creada por su sacrificio, quedó siempre viva en la mente de los pobladores de Pisigüilito. Los habitantes de este pueblo se encargaron, a través de la repetición constante de las diferentes historias relacionadas a Gaspar Ilóm, María Tecún y los otros personajes de mantener viva la leyenda del cacique suicida. Así, la tradición está presente por medio de la aparente invención de historias, como le dice doña Mocha a Hilario Sacayón: 13
Uno cree inventar muchas veces lo que otros han olvidado. Cuando uno cuenta lo que ya no se cuenta, dice uno, yo lo inventé, es mío. Pero lo que uno efectivamente está haciendo es recordar; vos recordaste en tu borrachera lo que la memoria de tus antepasados dejó en tu sangre, porque tomá cuenta que formás parte no de Hilario Sacayón, solamente, sino de todos los Sacayón que ha habido, y por el lado de tu señora madre, de los Arriaza, gente que fue toda de estos lugares. (190)
Doña Mocha alude en su comentario a la memoria colectiva de los pueblos; con el paso de los años los eventos pasados se van convirtiendo muchas veces en historias fantásticas llenas de mitología. Por su parte, Lévi-Strauss explica la creación del mito como la imbricación de “un número teóricamente infinito de hojas, cada una ligeramente distinta de la precedente” (252), las cuales contienen historias semejantes y repetitivas cuya función es resaltar el mito mismo. Asturias emplea una técnica similar, a la explicada por Freud, en su novela: fusiona relatos inconexos en un intento de resaltar el mito mismo. En Pisigüilito todos han sido partícipes de la construcción y perpetuidad de la leyenda o mito; inclusive Tomás Machojón, considerado un indígena traidor, se presta como forjador del mito al pretender ser su hijo cabalgando durante la roza de un sembrío de maíz. Recordemos que al principio de la novela, en su segundo capítulo titulado “Machojón”, es Tomás quien les pide a los indios que quemen bosque tras bosque con la idea de que ellos le confirmen que durante las rozas su hijo se aparecía en un caballo entre las llamas. El hijo había desaparecido como parte de la maldición que cayó sobre los envenenadores de Gaspar Ilóm. Más tarde, al darse cuenta de que los indios en realidad no veían nada, mandó quemar otro campo y él mismo se montó en un caballo y pasó entre las llamas. Este acto fue presenciado desde lejos por los indios. Para ellos esta aparición mágica “confirmaba” la veracidad del mito del regreso de los desaparecidos. Este es un ejemplo clave del énfasis que Asturias le otorga a una característica importante de la creación de los mitos en las sociedades, su autocreación y propagación. Además, ilustra la ejemplarización que Asturias hace de la importancia del fuego como elemento a la vez renovador y creador en el imaginario mesoamericano.
Los sacrificios
Así como los hermanos gemelos de la historia del Popol Wuj, en Hombres de maíz Gaspar Ilóm se autosacrifica defendiendo la idea sagrada de la siembra del maíz. Al final de la novela su inmolación se recompensará cuando en sus descendientes (los hijos de los Yic) renazca el respeto por esta tradición y su posterior continuación. El segundo sacrificio se da como inicio del pago por el asesinato del cacique Gaspar Ilóm; el sacrificado es Tomás Machojón, al cual le sigue el sacrificio de su hijo. Estas dos ofrendas las podemos comprender como requisitos impuestos por los dioses para que la maldición se cumpla; son parte de la maquinaria productora del mito. El tercero lo tenemos una vez más en la forma de otro autosacrificio: el mismo curandero/venado de las Siete-rozas pide que se mate a su nahual venado; de este modo se cumplirá la maldición sobre los culpables de la muerte del cacique. La matanza de otro personaje ladino, el Coronel Chayo Godoy, constituye el quinto sacrificio, con la misma intención del cumplimiento de la maldición. Luego se le receta a la enferma madre de los Tecún que sus hijos maten y decapiten las cabezas de los Zacatón; como lo explica Palacios, este sacrificio podría interpretarse bajo la concepción “maya y azteca de que los dioses necesitan de sangre para sustentarse” (4). Por último, nos encontramos con el sacrificio, o como hemos mencionado anteriormente, la renuncia del cartero a su oficio, 14 quien al final se queda en la costa y desiste de la búsqueda de su mujer. Podemos interpretar este acto de renuncia a su rol social como el entendimiento del indígena Aquino de que su función de cartero lo mantenía como siervo de los ladinos, pues son ellos quienes usan el correo; es decir, el librarse de su ocupación equivaldría a la vuelta a su propia gente. Tal liberación abre paso a la conclusión de la novela: el cierre del ciclo de la infertilidad con la simbólica reunión del ciego Goyo Yic con su mujer, María Tecún, y su retorno al pueblo de Pisigüilito.
La importancia del número siete
Como se ha mencionado anteriormente, no es evidente en Hombres de maíz un desarrollo cronológico ordenado de la narración, el cual indique al lector una continuación clara de la historia. Sabemos, por mención del narrador, que desde la muerte del cacique Gaspar Ilóm hasta la muerte sobrenatural del Coronel Chayo Godoy han transcurrido siete años; como parte de la maldición, era él, el último de los culpables, quien debía morir al séptimo año (o en la séptima roza) de la desaparición del cacique Gaspar Ilóm. Se entiende, justamente por la falta misma de una coherencia cronológica en el relato, que el resto de los eventos narrados ocurren en este séptimo año. Sólo bajo esta premisa podríamos entender cómo se cierra el ciclo de la novela, lo cual simplemente refleja la idea unificadora que el número siete posee para los indígenas. Martin explica: “en general, el número siete representa [para los maya-quiché] los cuatro puntos cardinales y los tres planos verticales, unidos en el centro u ombligo de la tierra, símbolo unificador de la cosmovisión indígena” (Hombres de maíz 319). Asimismo, el número siete se menciona también en el nombre del nahual del curandero (el venado de las Siete-rozas), quien también tiene que sacrificarse en aras de la maldición. Si recurrimos a los libros sagrados de los mayas nos encontramos que en el libro del Chilam Balam existen varias referencias al número siete: por ejemplo, durante la llegada del “juez del cielo”, quien castigará por un período de siete años a ciertas divinidades (75). Igualmente, otros estudiosos han registrado un mito maya en el que un joven dios solar transformado en venado se convierte luego en Chicomé Xochitl (dios que en el alfabeto jeroglífico maya se representa con el signo del día 7 Xochtil y por el cual se celebra una fiesta especial) cuyo nombre significa “siete flor” (Martin, Hombres de maíz 318-9).
Una vez que todos los sacrificios mencionados se desarrollan en la narración, la novela concluye cuando el antes ciego Goyo Yic recupera a su esposa y, reunidos con su hijo, los tres deciden regresar al pueblo. Propongo que este regreso es una metáfora del retorno a lo antiguo o al pasado cultural maya quiché, o, como lo explica Prieto: Goyo Yic representaría el receptor beneficiario del código mítico o de las riquezas culturales de ese pueblo que el cacique Gaspar Ilóm (el mito mismo) le ha pasado (35). Cabe aquí establecer un paralelo con el autor de la novela: Asturias se ha convertido en el Goyo Yic, en el ser portador de los mitos mayas-quichés quien vuelve, después de muchos años, a recordarnos la vigencia de los mismos. Logra su cometido no sólo relatando uno tras otro, sino mediante una fusión ecléctica con la cual construye su novela.
Conclusiones
Como se ha intentado exponer, existe en Hombres de maíz un afán de conducir al lector hacia una cosmovisión divergente para una mayoría acostumbrada a interpretar la realidad bajo los preceptos de la cultura occidental. Asturias logra establecer una conexión directa con el mundo indígena, por medio de la cual se exponen ideas asonantes a las cristianas; por ejemplo, las concernientes a la creación del mundo y del hombre que se ven recopiladas en la obra. Esta conexión se establece a través de construcciones paralelas: la historia de la muerte del cacique Ilóm, la cual se asemeja al sacrificio de los dioses ahogados del Popol Wuj; la creación de personajes como el curandero venado que resuenan en el imaginario maya-quiché; y, por último, la referencia a símbolos como el número siete que se encuentran también en los códices mayas antiguos. Por otra parte, Asturias ha intentado —y esto de una manera mucho más sutil—establecer una conexión entre la mitología mesoamericana y las concepciones primitivas del mundo registradas en Europa y otras partes. Sin embargo, lo más importante para este trabajo ha sido la idea del sacrificio como parte integral y aún latente en la mentalidad tanto indígena mesoamericana como cristiana. Asturias, al elaborar la variada temática de esta novela, ha utilizado la fuerza de la mitología maya-quiché centrada en la inclusión del sacrificio como punto unificador de su relato. Si bien la historia principal, así como las historias paralelas de Hombres de maíz, se nos presentan durante una primera lectura como impenetrables e imposibles de ser relacionadas, si usamos el tema del sacrificio como hilo conductor de esta novela podremos comenzar a adentrarnos en un viaje mitológico hacia la cosmovisión maya-quiché. Por medio de este método Asturias logra demostrar la vigencia de esta cosmovisión, aún viva y capaz de producir mitos perdurables como la novela Hombres de maíz.
Notas
1 La presente y las subsiguientes traducciones de esta y todas las otras referencias son mías.
2 Más adelante nos volveremos a encontrar con este animal como uno de los personajes de la novela.
3 Estos episodios a los que me refiero no corresponden a los seis capítulos en que el autor divide su novela, ni equivalen a los eventos principales que Asturias utiliza en la construcción completa de la novela. Mi clasificación, fundamentada en gran parte en el resumen de Jean Franco en Latin American Writers II, está hecha con el objetivo de facilitar la comprensión de la novela bajo la propuesta de este trabajo.
4 Transcribimos este apellido como el autor lo escribe en su novela; al haberlo convertido en palabra aguda obviamente refleja su origen indígena.
5 El término ladino puede poseer varias acepciones en Latinoamérica, por ejemplo en algunas regiones de México denota a un mestizo o a un indio que habla español (Diccionario de regionalismos de la lengua española). De acuerdo al contexto de la novela entiéndase que en Guatemala denota al mestizo entre español e indígena, el cual tradicionalmente ha ocupado los lugares privilegiados de la sociedad colonial y postcolonial. Esto lo confirma Isaías Lerner al explicar que en la región sur de México y en Guatemala este término denota al ‘mestizo blanco’ por oposición al indio. Consultar: Arcaísmos léxicos del español en América 171.
6 A lo largo de la novela se le recordará al lector que este personaje se ha convertido por sí solo en un mito que perdura a través de generaciones. En toda la región, donde transcurre la acción, la historia de María Tecún es conocida, inclusive las mujeres que son infieles a sus esposos o los abandonan son conocidas con el mote de tecunas. Mencionamos este dato porque estimamos que es una manera más de cómo Asturias intenta retratar la influencia creativa del mito en las sociedades.
7 Para un acercamiento mejor a estos temas y una comparación de los mitos que Asturias usa en su novela y los europeos antiguos, léase Richard J. Callan, “The Quest of Myth in Miguel Ángel Asturias´Hombres de maíz“.
8 Este es el nombre que Asturias le da al pueblo donde comienza la narración, lugar al cual los esposos Yic vuelven al final de la novela; entendemos por deducción que equivale a la misma zona conocida como Ilóm, donde comienza la narración y de la cual es cacique Gaspar Ilóm.
9 En el mismo artículo Jones explica cómo en los pueblos mayas existía la tendencia de relacionar a la diosa Ixbalamque, la diosa luna, con el agua. El prefijo Ix de su nombre completo, está reservado para el dios jaguar, quien a su vez se relaciona siempre con el agua.
10 Según el diccionario de la RAE, roza es el acto de limpiar las tierras de las matas y hierbas inútiles antes de labrarlas, bien para que retoñen las plantas o para otros fines. En Guatemala, como en otros pueblos americanos, la roza incluye la quema de estas tierras.
11 Aquí el sacrificio en su sentido de renuncia, como lo explica Freud, como acto de renunciación para agradar a los dioses.
12 Para una explicación más detallada sobre la estructura de estos mitos americanos, léase el artículo de Lévi-Strauss, “La estructura de los mitos” en la discusión comprendida entre las páginas 246-8.
13 Cabe aquí mencionar que Asturias, por motivos que formarían parte de otra investigación, coloca en boca de personajes totalmente secundarios (como son el alemán, y doña Moncha, quienes el ciego Goyo Yic conoce en sus viajes), ideas claves de las cuales este trabajo se nutre. El autor parece hacerlo con la intención de invitar al lector a un distanciamiento reflexivo sobre uno de los otros temas de la obra, la creación del mito y la leyenda. Para una explicación más amplia sobre este tema léase el artículo de Luis Harss, “Miguel Ángel Asturias o la tierra florida”.
14 La novela en este episodio nos relata que el Correo-Coyote, convencido por un brujo, decide quemar el saco de correo que tenía encargado entregar en la costa. Interesante la elección de Asturias de una vez más incluir un episodio que utilice el fuego como elemento purificante.
Bibliografía
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Franco, Jean. “Miguel Ángel Asturias”. Latin American Writers II. Eds. Carlos A. Solé y Maria Isabel Abreu. New York : Charles Scribner´s Sons, 1989: 865-73. Impreso.
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